Sobre el libro de Proverbios

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

En el Cercano Oriente antiguo, los gobernantes normalmente le encargaban a los sabios que reunieran la sabiduría aceptada de su nación para instruir a los jóvenes que iban a dedicarse a las profesiones o al servicio al gobierno en la corte real.[1] Estos dichos sabios, condensados a partir de la observación de la vida y las realidades de la experiencia humana, se convirtieron en el texto para las futuras generaciones cuando llegaban a la adultez. Sin embargo, el libro de Proverbios declara que su autor principal es el rey Salomón (Prov 1:1) y que su inspiración es del Señor. “Porque el Señor da sabiduría, de Su boca vienen el conocimiento y la inteligencia” (Prov 2:6). El libro requiere fe en el Señor, no en la experiencia humana.

“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento” (Prov 3:5). “No seas sabio a tus propios ojos, teme al Señor y apártate del mal” (Prov 3:7). Otros manuales del Cercano Oriente antiguo suponen o dan por sentado el origen divino de la sabiduría que enseñan, pero Proverbios es contundente al atribuir la sabiduría única y directamente al Señor.[2] El mensaje central del libro es que la verdadera sabiduría está basada en nuestra relación con Dios: no podemos tener una sabiduría verdadera si no tenemos una relación viva con el Señor.

Por tanto, los proverbios en este libro son más que puro sentido común o buenos consejos; ellos nos enseñan no solo la relación entre nuestras obras y nuestro destino, sino también la forma en la que podemos crear una comunidad pacífica y próspera bajo el Señor, quien es la fuente de la verdadera sabiduría.

Al mismo tiempo, estos dichos cortos y concisos que llamamos proverbios son generalizaciones acerca de la vida, no promesas dadas en partes pequeñas. Dios trabaja por medio de ellos para guiar nuestro pensamiento, pero debemos ser cuidadosos de no cortar en trozos la colección y ponerlos en una bolsa de partes similares a las galletas de la fortuna. No se puede usar un proverbio aislado para expresar toda la verdad, sino que debe ser sensible al contexto más amplio de todo el libro.[3] Solo un tonto leería “Enseña al niño el camino en que debe andar, y aun cuando sea viejo no se apartará de él” (Prov 22:6), para concluir que un niño es un robot programado. El proverbio enseña que la formación de los padres tiene un efecto, pero el significado se debe entender atendiendo a los otros proverbios que reconocen que cada persona es responsable de su propia conducta, como por ejemplo, “Al ojo que se mofa del padre, y escarnece a la madre, lo sacarán los cuervos del valle, y lo comerán los aguiluchos” (Pro 30:17). Ser experto en los proverbios requiere entretejer un manto de sabiduría a partir de toda la colección. Adquirir sabiduría a partir del libro de Proverbios requiere un estudio de toda la vida.

Esta no es una tarea trivial, ya que existe tensión entre algunos de los proverbios aunque no están en oposición total. Otros se expresan con ambigüedad, lo que exige que el lector reflexione acerca de las posibles interpretaciones. A quién se dirige el proverbio es un aspecto que merece gran atención. La advertencia “No ames el sueño” (Prov 20:13) es un proverbio que se dirige a todos los hijos de Dios (ver Prov 1:4-5), pero la reafirmación, “será dulce tu sueño” (Prov 3:24) está dirigida a aquellos que no permiten que la sabiduría y el entendimiento se aparten de sus ojos (Prov 3:21). Debemos ser cuidadosos y no permitir que un proverbio se convierta en legalismo. “No ames el sueño” no es una frase que prohíba usar ayudas para dormir, ni está en contra de dormir hasta tarde en un día de descanso, ni es una justificación para revisar su correo electrónico obsesivamente de día y de noche. El libro de Proverbios es atemporal, pero su aplicación debe adaptarse a cada época, como lo ilustra el libro de Job (ver “Job y el trabajo” en www.teologiadeltrabajo.org). Los proverbios son referentes en el desarrollo lento de la virtud y se requiere un tiempo largo para entenderlos. “El sabio oirá y crecerá en conocimiento, y el inteligente adquirirá habilidad, para entender proverbio y metáfora, las palabras de los sabios y sus enigmas” (Prov 1:5-6).

El libro de Proverbios contiene siete secciones. La sección 1 (Prov 1:1-9:18) proporciona enseñanzas extendidas que preparan el corazón del discípulo para los dichos concisos de las secciones que siguen. La sección 2 (Prov 10:1-22:16) contiene los “proverbios de Salomón”. La sección 3 (Prov 22:17-24:22) cubre “las palabras del sabio”, que probablemente fueron adoptados y adaptados por Salomón,[4] y la sección 4 (Prov 24:23-34) extiende lo anterior con más “dichos del sabio”. La sección 5 (Prov 25:1-29:27) cubre “otros proverbios que copiaron los varones del rey Ezequías de Judá”, analizando los registros antiguos de la época de Salomón (Ezequías reinó cerca de trescientos años después de Salomón). La sección 6 (Prov 30:1-33) y la sección 7 (Prov 31:1-31) se le atribuyen a Agur y Lemuel, respectivamente, acerca de quienes se sabe muy poco.[5] El resultado final es una sola obra de dichos, consejos, instrucciones y advertencias, estructurada como un manual para jóvenes que comienzan sus vidas laborales, y personas de todas las edades a quienes  les presenta el reto de buscar la sabiduría del Señor (Prov 1:2-7).

Por lo general, los proverbios son agrupados en parejas de contrastes: la diligencia frente a la pereza, la honestidad frente a la deshonestidad, la planeación frente a la toma de decisiones apresurada, el trato justo frente al sacar provecho de los vulnerables, la búsqueda de un buen consejo frente a la arrogancia, y así sucesivamente. Hay más proverbios en el libro que tratan acerca de hablar sabiamente que de cualquier otro tema, y el segundo tema más prominente es el trabajo y su correlato secuela, el dinero. Aunque el libro se divide en las siete secciones mencionadas anteriormente, los proverbios dentro de estas secciones dan vueltas para regresar a los mismos temas repetidamente. Por esa razón, este capítulo analizará por temas las enseñanzas relacionadas con el trabajo, en vez de hacerlo revisando cada sección en el orden en que aparece en el libro.

(Al final del capítulo, en el “índice por capítulo/versículo” se puede encontrar una tabla de versículos que presenta una lista de los lugares en donde se discuten en este capítulo. Su intención es ayudar a los lectores a localizar en qué parte del capítulo se discute cierto versículo o pasaje en particular, pero sin el deseo de animar a los lectores a leer versículos individuales de forma aislada).

Una práctica que muchos cristianos encuentran útil en su lugar de trabajo es leer un capítulo por día, correspondiente al día del mes (Proverbios tiene 31 capítulos). Muchos temas los tratan varios proverbios dispersos en el libro, lo que significa que se encontrará cada tema en varios días diferentes de cada mes. Encontrar estas cuestiones de manera repetida es una ayuda para el aprendizaje. Además, nuestra receptividad a los temas cambia de acuerdo con lo que está ocurriendo en nuestras vidas. Con el cambio de circunstancias en el curso del mes, un tema que no atrapó nuestra atención en el día uno se puede volver más significativo otro día. Con el tiempo, somos capaces de encontrar más sabiduría que si viéramos cada tema solo una vez. Por ejemplo, el día 14 de cualquier mes, usted leería el capítulo 14, pero puede que no se dé cuenta del tema de la opresión del pobre en el versículo 31 (“El que oprime al pobre afrenta a su Hacedor”). Pero tal vez, días después en el mes, puede que vea a una persona viviendo en la calle o escuche una noticia sobre la pobreza, o tal vez usted mismo se quede sin dinero. Quizá en ese momento esté listo para prestar atención al tema cuando surja de nuevo en el capítulo 17 (“El que se mofa del pobre afrenta a su Hacedor”, Prov 17:5) o en el 21 (“El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará y no recibirá respuesta”, Prov 21:13), o en el 22 (“No robes al pobre, porque es pobre”, Pro 22:22), o en el 28 (“El que aumenta su riqueza por interés y usura, la recoge para el que se apiada de los pobres”, Prov 28:8). Además, el tema se enmarca de forma diferente cada vez, lo que da la oportunidad de ganar perspectivas más profundas con cada repetición.

 Richard J. Clifford, “Introduction to Wisdom Literature” [Introducción a la literatura de la sabiduría], en The New Interpreter’s Bible [La biblia del nuevo intérprete] vol. 5 (Nashville: Abingdon Press, 1997), 3-4. Para más información acerca del servicio del gobierno desde una perspectiva cristiana, ver Robert Banks, “The Role of the Bible in Bureaucratic Decision-Making” [El rol de la Biblia en la toma de decisiones burocráticas], en Private Values and Public Policy: The Ethics of Decision-Making in Government Administration [Valores privados y política pública: la ética de la toma de decisiones en la administración gubernamental] (Sidney: Lancer Books, 1983), 35-40. 

Roland Murphy, Proverbs [Proverbios], vol. 22, Word Biblical Commentary [Comentario bíblico de la Palabra] (Nashville: Thomas Nelson, 1998), 289.

Cf. Waltke, Proverbs 1-15, pp. 107-109.

See Waltke, Proverbs 1-15, 23ff.

See Waltke, Proverbs 1-15, 31-37.