El reconocimiento de la provisión de Dios (Jeremías 5)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Jeremías se quejó de que “este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; se han desviado y se han ido” (Jer 5:23). Es la tierra de Dios la que administran, siendo llamados a trabajarla en el “temor” del Señor. El “temor” (el término hebreo yare) de Dios se usa frecuentemente en el Antiguo Testamento como un sinónimo de “vivir en respuesta a Dios”.[1] Sin embargo, Jeremías advirtió que ellos no tenían conciencia de Dios como la fuente de las lluvias y la seguridad de las cosechas. “Y no dicen en su corazón: ‘Temamos ahora al Señor nuestro Dios, que da la lluvia a su tiempo, tanto la lluvia de otoño como la de primavera, y que reserva para nosotros las semanas establecidas de la cosecha’” (Jer 5:24). Por lo tanto son infieles, ya que se imaginan que ellos mismos son la fuente de sus propias cosechas (consultar Jer 17:5–6). Como resultado, sus cosechas ya no son buenas. “Vuestras iniquidades han alejado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien” (Jer 5:25).

Esta sección es uno de los muchos lugares en los capítulos 1 al 25 que hablan de la “contaminación” de la tierra: “Algo espantoso y terrible ha sucedido en la tierra: los profetas profetizan falsamente, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y a Mi pueblo así le gusta” (Jer 5:30–31). En los tiempos antiguos —cuando la economía dependía principalmente de la agricultura— la contaminación de la tierra resultó no solo en una pérdida estética, sino en la pérdida de la productividad y también de la abundancia. Además, era el rechazo del Dios que les había dado la tierra. Chris Wright nota que la tierra —así como un sacramento o una señal visible— es un termómetro de nuestra relación con Dios.[2] La violación de la tierra (ya sea por parte de corporaciones, ejércitos o individuos) niega que Dios es su dueño y que tiene un propósito al hacernos sus mayordomos. 

R. Laird Harris, Gleason L. Archer, Jr. y Bruce K. Waltke, eds., Theological Wordbook of the Old Testament [Diccionario teológico del Antiguo Testamento], edición electrónica. (Chicago: Moody Press, 1999), entrada 907.

Christopher J. H. Wright, Deuteronomy [Deuteronomio], New International Biblical Commentary [Nuevo comentario bíblico internacional] (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1996).

El éxito y el fracaso material (Jeremías 5)

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¿Dios priva del éxito material a los que hacen lo malo ante Sus ojos? Jeremías dice lo que algunos cristianos modernos se atreverían a decir: la falta de provisión de Dios puede ser una señal de que Dios no aprueba su trabajo. Dios privó a Judá de las lluvias debido al pecado de sus habitantes. “Vuestras iniquidades han alejado estas cosas [las lluvias], y vuestros pecados os han privado del bien” (Jer 5:25). El profeta no dijo que todos los casos de falta de provisión o éxito son señales del juicio de Dios. Este es uno de los temas abiertos que Jesús trató casi seiscientos años después, cuando dijo que el hombre que había nacido ciego no tenía esta limitación como señal del juicio de Dios (Jn 9:2–3). Además, Dios provee el bien material incluso para aquellos que son malos. De acuerdo con Jesús, Dios “hace salir Su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos” (Mt 5:45). A partir del libro de Jeremías podemos decir solamente que el éxito material depende de la provisión de Dios y que Dios puede —al menos a veces— negarle el éxito material a aquellos que practican la injusticia y la opresión.

No obstante, debemos ser cuidadosos de no inferir rápidamente que nuestro pecado y el castigo de Dios tienen una relación absoluta de causa y efecto en todas las situaciones de falta de recursos. ¿Las carencias de los pobres son debido a que son malvados o perezosos? Jeremías diría que el pobre tiene falta de recursos porque las personas malvadas o perezosas los oprimen.