Explotación y marginalización (Isaías 3)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Una acusación recurrente a lo largo del libro de Isaías es que los líderes eran infieles al pacto de Dios porque buscaban la riqueza y el estatus a costa del bienestar de las personas pobres y marginadas. En Isaías 3:3–15 se registra el juicio de Dios para los ancianos y los líderes del pueblo por expandir su propia riqueza saqueando y oprimiendo a los pobres. Respecto a la situación descrita en Isaías 3:14, H. G. M. Williamson hace la siguiente observación:

Por lo general, esto se asocia con el desarrollo durante este periodo de una estructura de clases, en la cual la riqueza y por lo tanto el poder, llegaron a concentrarse progresivamente en las manos de una minoría privilegiada a costa de los pequeños productores y otros actores similares... La necesidad de préstamos, con los peligros consecuentes de la esclavitud… la ejecución hipotecaria y finalmente la esclavitud por deuda, eran los medios con los cuales se podía solucionar esta situación legalmente, aunque injustamente, según la opinión de los profetas[1]

De forma similar, en la Parábola de la viña en Isaías 5, el primero de varios ayes en contra del pueblo de Judá se relacionaba precisamente con su explotación de los pobres para acumular riquezas: “¡Ay de los que juntáis casa con casa, y añadís campo a campo hasta que no queda sitio alguno, para habitar vosotros solos en medio de la tierra!” (Is 5:8).[2]

Como pueblo de Dios, estaban llamados a ser diferentes a las culturas rivales que los rodeaban. La explotación de los pobres para el progreso de la élite social era un incumplimiento de las demandas del pacto de Dios para que Su pueblo en realidad fuera Su pueblo. Este patrón se puede ver anteriormente en la historia de Israel, en el reinado de Acab a través de su esposa extranjera, Jezabel, quien le robó su viña a un granjero llamado Nabot después de hacer que lo mataran. El profeta Elías estaba enfurecido y dijo, “Los perros comerán a Jezabel en la parcela de Jezreel” (1R 21:23). Isaías vio que el patrón de ambición egoísta basado en la injusticia contra los pobres y marginados seguía presente en Judá y declaró que llegaría el día en el que el Mesías de Dios le pondría fin a esa situación. “Sino que juzgará al pobre con justicia, y fallará con equidad por los afligidos de la tierra” (Is 11:4).

Aunque Isaías se concentraba en los pecados del pueblo de Dios en Judá, también incluyó el juicio de Dios sobre las naciones: “Este es el plan acordado contra toda la tierra, y esta es la mano que está extendida contra todas las naciones” (Is 14:26). Babilonia sería derrotada (Is 13:9–11); en tres días, se acabaría la gloria de Moab (Is 15), Siria caería (Is 17:7–8), igual que Etiopía (Is 18), Egipto (Is 19:11–13) y Tiro (Is 23:17). Dios destruiría al rey de Asiria por causa de su corazón arrogante y su mirada altiva (Is 10:12). “La tierra es profanada por sus habitantes, porque traspasaron las leyes… Por eso, una maldición devora la tierra, y son tenidos por culpables los que habitan en ella” (Is 24:5–6a).

El interés de Dios por la justicia y la rectitud lo lleva hoy a juzgar a las naciones, gobiernos, comunidades, corporaciones, instituciones, organizaciones e individuos que defraudan y engañan a otros para obtener alguna ganancia personal. En nuestros días, vemos la explotación de naciones enteras por parte de sus propios líderes, como en Myanmar; el desastre causado por la negligencia de corporaciones extranjeras, como en el desastre de Bhopal en India; y el fraude de inversionistas por parte de individuos tales como Bernie Madoff. De igual importancia son las injusticias aparentemente pequeñas que vemos —y en las que nos involucramos—, tales como la compensación injusta, la carga de trabajo excesiva, los términos y condiciones de contratos gravosos, las trampas en exámenes e ignorar cuando hay abusos en casa, el trabajo, la iglesia o en la calle. Al final, Dios juzgará a aquellos que obtienen su riqueza o preservan sus trabajos o privilegios por medio de la explotación de los pobres y marginados.

H. G. M. Williamson, Isaiah 1–5 [Isaías 1–5], vol. 1, A Critical and Exegetical Commentary on Isaiah 1–27 [Un comentario crítico y exegético sobre Isaías 1–27] (Londres: T&T Clark, 2006), 271.

Compare con Is 1:23; 3:9; 5:23; 10:1–2; 29:21. Ver también John Barton, “Ethics in the Book of Isaiah” [La ética en el libro de Isaías], en Writing and Reading the Scroll of Isaiah: Studies of an Interpretive Tradition [Escribiendo y leyendo el pergamino de Isaías: estudios de una tradición interpretativa], ed. Craig C. Broyles y Craig A. Evans, vol. 1 (Leiden: Brill, 1997), 89–70.