La administración exitosa de José en la crisis alimentaria (Génesis 41:46-57; 47:13-26)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

José crea infraestructura y una política de agricultura a largo plazo (Génesis 41:46-57)

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Inmediatamente, José procedió a hacer el trabajo para el que Faraón lo había designado. Su interés principal era trabajar para beneficiar a otros, en vez de tomar ventaja personal de su nueva posición en cabeza de la corte real. Él mantuvo su fe, dándole a sus hijos nombres que honraban a Dios por la sanación de su dolor emocional y por hacerlo fecundo (Gn 41:51-52). Él reconoció que su sabiduría y discernimiento eran regalos de Dios, pero también que todavía tenía mucho que aprender acerca de la tierra de Egipto, la agricultura en particular. Como administrador principal, el trabajo de José afectó la vida de la nación en casi todas las áreas prácticas. Su oficio habría requerido que aprendiera acerca de legislación, comunicación, negociación, transporte, métodos seguros y eficientes de almacenamiento de alimentos, construcción, elaboración de estrategias y estimación económica y mantenimiento de registros, manejo de nómina, manejo de transacciones mediante dinero y canjes, recursos humanos y adquisición de propiedades. Sus habilidades extraordinarias respecto a su relación con Dios y las personas no funcionaban en campos separados. El espíritu del éxito de José está en la integración efectiva de sus dones divinos y competencias adquiridas. Para José, todo esto era un trabajo piadoso.

José fue descrito por Faraón como “prudente y sabio” (Gn 41:39) y estas características le permitieron hacer el trabajo de planeación y administración estratégicas. Las palabras en hebreo para sabio y sabiduría (hakham y hokhmah) denotan un alto nivel de perceptibilidad mental, pero también se usan para un amplio rango de habilidades prácticas incluyendo el trabajo con madera, piedras preciosas y metal (Éx 31:3-5; 35:31-33), confección (Éx 28:3; 35:26, 35), así como la administración (Dt 34:9; 2Cr 1:10) y justicia legal (1R 3:28). Estas habilidades también se encuentran entre los no creyentes, pero los sabios en la Biblia disfrutan de la bendición especial de Dios, quien quiere que Israel les muestre a las naciones los caminos de Dios (Dt 4:6).

Como primer acto, “José… recorrió toda la tierra de Egipto” (Gn 41:46) en un viaje de inspección. Él tenía que familiarizarse con las personas que manejaban la agricultura, las zonas y las condiciones de los campos, los cultivos, los caminos y los medios de transporte. Es inconcebible que José hubiera logrado todo esto por sí solo ya que habría tenido que establecer y supervisar el entrenamiento de algo parecido a un Departamento de agricultura y hacienda. Durante los siete años de cosecha abundante, José almacenó el grano en distintas ciudades (Gn 41:48-49). Durante los siete años de escasez que siguieron, José distribuyó el grano para los egipcios y otras personas que fueron afectadas por la extensa hambruna. Se requería un talento excepcional para crear y administrar todo esto mientras sobrevivía a las intrigas políticas de una monarquía absoluta.

José mitiga la pobreza del pueblo egipcio (Génesis 47:13-26)

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Cuando las personas se quedaron sin dinero, José permitió hacer trueques de ganado por alimento. Este plan duró un año, durante el cual José recolectó caballos, ovejas, cabras, ganado y asnos (Gn 47:15-17). Él habría tenido que determinar el valor de estos animales y establecer un sistema equitativo para los intercambios. Cuando el alimento escasea, las personas se preocupan especialmente por su supervivencia y la de sus seres amados. Por esto, ofrecer el acceso a puntos de distribución de alimentos y tratar a las personas imparcialmente se convirtieron en temas administrativos sumamente importantes.

Cuando ya no había más ganado para negociar, las personas se vendían a sí mismas como esclavas voluntariamente y también le vendían sus tierras a Faraón (Gn 47:18-21). Desde la perspectiva del liderazgo, debe haber sido horrible ser testigos de algo como esto. Aunque José les permitía a las personas vender sus tierras y convertirse en esclavos, él no se aprovechó de ellos en su estado de indefensión. José habría tenido que verificar que se les diera el precio correcto a estas propiedades al intercambiarlas por semillas para plantar (Gn 47:23). Él aprobó una ley permanente que establecía que las personas le regresaran a Faraón el veinte por ciento de la cosecha, lo que implicaba crear un sistema para monitorear y hacer cumplir la ley, y establecer un departamento dedicado a administrar las ganancias. En todo esto, José eximió a las familias sacerdotales de vender sus tierras, ya que Faraón les suministraba una porción de alimentos para cubrir sus necesidades adecuadamente (Gn 47:22, 26). Manejar esta población especial habría implicado que tuvieran un sistema distinto y más pequeño de distribución que estaba diseñado especialmente para ellos.

La pobreza y sus consecuencias son realidades económicas. Nuestra primera tarea es ayudar a eliminarlas, pero no podemos esperar el éxito total hasta que se cumpla el reino de Dios. Tal vez los creyentes no tengamos el poder de cambiar las circunstancias que obligan a las personas a tomar decisiones difíciles, pero podemos encontrar maneras de apoyarlos mientras las enfrentan, sean creyentes o no. Escoger el mejor de dos males puede ser un trabajo necesario y algo emocionalmente devastador. En nuestro trabajo, podemos experimentar la tensión que genera sentir empatía por los necesitados, aunque tengamos la responsabilidad de hacer lo que es bueno para las personas y organizaciones para las que trabajamos. José experimentó la guía de Dios en estas tareas difíciles y nosotros también hemos recibido la promesa de Dios de “nunca te dejaré ni te desampararé” (Heb 13:5).

Afortunadamente, usando su habilidad y sabiduría dadas por Dios, José ayudó a Egipto a atravesar la crisis agrícola. Al comienzo de los siete años de buenas cosechas, José desarrolló un sistema de almacenamiento para guardar el grano que sería usado durante la sequía. Cuando llegaron los siete años de sequía, “José abrió todos los graneros” y proporcionó suficiente alimento para ayudar al pueblo egipcio a soportar la hambruna. Su sabia estrategia e implementación efectiva del plan también permitieron que Egipto abasteciera de grano al resto del mundo durante el tiempo de escasez (Gn 41:57). En este caso, el cumplimiento de la promesa de que los descendientes de Abraham serían una bendición para el mundo, no solo ocurrió para el beneficio de otras naciones sino incluso por medio de la industria de una nación extranjera, Egipto.

De hecho, la bendición de Dios para el pueblo de Israel vino después de Su bendición para los extranjeros y además, a través de esta. Dios no levantó a un israelita en la tierra de Israel para que aportara lo necesario y así aliviar al pueblo durante la hambruna. En vez de eso, Dios capacitó a José en su trabajo en el gobierno egipcio y por medio del mismo dio la provisión para las necesidades del pueblo de Israel (Gn 47:11-12). No obstante, no debemos idealizar a José. Al ser un oficial en una sociedad que en ocasiones era represiva, él hizo parte de su estructura de poder y personalmente impuso la esclavitud para un gran número de personas (Gn 47:21).

Aplicaciones a partir de la experiencia administrativa de José (Génesis 41:46-57; 47:13-26)

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El interés de Génesis por la administración de José durante la crisis alimentaria radica más en su impacto sobre la familia de Israel, que en desarrollar principios para la administración efectiva. Sin embargo, el liderazgo extraordinario de José puede servir como ejemplo para los líderes actuales, y podemos encontrar algunas aplicaciones prácticas a partir de su trabajo:

  1. Familiarizarse tanto como sea posible con la situación general al comienzo de una labor.
  2. Orar por discernimiento acerca del futuro para poder planear sabiamente.
  3. Encomendarse a Dios primero y después esperar que Él dirija y afiance sus planes.
  4. Reconocer con gratitud y de la manera apropiada los dones que Dios le ha dado.
  5. Incluso si otros reconocen la presencia de Dios en su vida y los talentos especiales que tiene, no publicarlos en un esfuerzo egoísta de ganarse el respeto de los demás.
  6. Capacitarse para hacer su trabajo y llévelo a cabo con excelencia.
  7. Buscar de formas prácticas el bien para otros, sabiendo que usted debe ser una bendición en donde Dios lo ha puesto.
  8. Ser justo en todos sus negocios, especialmente cuando las circunstancias son desalentadoras y profundamente problemáticas.
  9. Aunque su labor ejemplar pueda llevarle al protagonismo, recuerdar su misión principal como siervo de Dios. Su vida no consiste en lo que usted gane para sí mismo.
  10. Valorar la piedad de los muchos trabajos honorables que necesita la sociedad.
  11. Ofrecer generosamente el fruto de su labor a aquellos que verdaderamente lo necesitan, sin importar lo que usted piense de ellos como individuos.
  12. Aceptar el hecho de que Dios puede llevarle a cierto campo laboral bajo condiciones extremadamente exigentes y esto no significa que ha ocurrido algo terrible o que usted esté por fuera de la voluntad de Dios.
  13. Cobrar ánimo en que Dios le hará apto para la labor.
  14. Aceptar el hecho de que algunas veces las personas deben escoger la que consideran mejor entre dos situaciones desagradables pero inevitables.
  15. Creer que lo que usted hace no solo beneficiará a aquellos que ve y conoce, sino que su trabajo también tiene el potencial de afectar vidas por muchas generaciones. Dios es capaz de hacer todo más abundantemente de lo que podemos pedir o imaginar (Ef 3:20).