El llamado de Dios a Moisés (Éxodo 2:11-3:22)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Aunque era de origen hebreo, Moisés creció en la familia del rey de Egipto, como el nieto de Faraón. Su aversión por la injusticia estalló en un ataque letal a un hombre egipcio, al que sorprendió golpeando a un trabajador hebreo. Faraón se enteró de este acto, así que por seguridad, Moisés huyó y se convirtió en pastor en Madián, una región a varios cientos de millas al este de Egipto, en el otro lado de la Península del Sinaí. No sabemos cuánto tiempo vivió ahí exactamente, pero en ese tiempo se casó y tuvo un hijo. Además, ocurrieron dos sucesos importantes. El rey de Egipto murió, y el Señor escuchó el clamor de Su pueblo oprimido y se acordó de Su pacto con Abraham, Isaac y Jacob (Éx 2:23-25). Este acto de recordar no significa que Dios había olvidado a Su pueblo, sino que señala que estaba a punto de actuar a favor de ellos.[1] Para esto, Él llamó a Moisés.

Dios llamó a Moisés mientras él estaba trabajando. El relato de cómo ocurrió comprende seis elementos que forman un patrón evidente en las vidas de otros líderes y profetas en la Biblia. Por lo tanto, es provechoso examinar esta narrativa del llamado y considerar sus implicaciones para nosotros actualmente, especialmente en el contexto de nuestro trabajo.

Primero, Dios confrontó a Moisés y llamó su atención por medio de la zarza ardiente (Éx 3:2-5). Un incendio forestal en una zona semidesértica no es nada especial, pero Moisés se maravilló por la naturaleza de este en particular. Él escuchó su nombre y respondió, “heme aquí” (Éx 3:4). Esta es una declaración de disponibilidad, no de ubicación. Segundo, el Señor se presentó a Sí mismo como el Dios de los patriarcas y comunicó Su intención de rescatar a Su pueblo de Egipto y traerlos a la tierra que le había prometido a Abraham (Éx 3:6-9). Tercero, Dios comisionó a Moisés a que fuera a Faraón y liberara al pueblo de Dios de las manos de Egipto (Éx 3:10). Cuarto, Moisés refutó (Éx 3:11). Aunque había escuchado una poderosa revelación de quién estaba hablándole en ese momento, su preocupación inmediata fue “¿quién soy yo?” Dios respondió confortando a Moisés cuando le promete Su presencia (Éx 3:12a). Finalmente, Dios habló de una señal de confirmación (Éx 3:12b).

Estos mismos elementos están presentes en varios relatos de otros llamados en la Escritura, por ejemplo en el llamado de Gedeón, Isaías, Jeremías, Ezequiel y algunos de los discípulos de Jesús. Esta no es una fórmula estricta, ya que muchos otros llamados en la Escritura siguen un patrón diferente, pero sí sugiere que el llamado de Dios viene con frecuencia por medio de una serie extensa de encuentros que con el tiempo, guían a una persona en el camino de Dios.

 

El juez 
Gedeón

El profeta
Isaías

El profeta
Jeremías

El profeta
Ezequiel

Discípulos de Jesús en Mateo

Confrontación

6:11b-12a

6:1-2

1:4

1:1-28a

28:16-17

Presentación

6:12b-13

6:3-7

1:5a

1:28b-2:2

28:18

Comisión

6:14

6:8-10

1:5b

2:3-5

28:19-20a

Refutación

6:15

6:11a

1:6

2:6, 8

 

Confortación

6:16

6:11b-13

1:7–8

2:6-7

28:20b

Señal de confirmación

6:17-21

-

1:9-10

2:9-3:2

Posiblemente el libro de Hechos

 

Note que estos llamados no son principalmente al trabajo pastoral o religioso en una congregación. Gedeón fue un líder militar; Isaías, Jeremías y Ezequiel fueron críticos sociales y Jesús fue un rey (aunque no en el sentido tradicional). En muchas iglesias hoy en día, el término “llamado” se limita a las ocupaciones religiosas, pero esto no es así en la Escritura y ciertamente no lo es en Éxodo. Moisés mismo no fue un sacerdote ni un líder religioso (esos eran los roles de Aarón y Miriam), sino un pastor, hombre de Estado y gobernador. La pregunta que el Señor le hizo a Moisés de “¿Qué es eso que tienes en la mano?” (Éx 4:2) le da un nuevo propósito a la herramienta común de pastoreo de Moisés para usos que jamás se habría imaginado (Éx 4:3-5).

Brevard S. Childs, Memory and Tradition in Israel (London: SCM Press, 1962).