Los peligros de la prosperidad (Deuteronomio 8:11-20)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

La obediencia a Dios con gozo es lo contrario a la arrogancia que con frecuencia surge en la prosperidad. Esto es similar al peligro de la autosuficiencia del que Moisés nos advierte en Deuteronomio 4:25-40, pero con un enfoque en el orgullo activo y no en una expectativa pasiva de recibir privilegios.

No sea que cuando hayas comido y te hayas saciado, y hayas construido buenas casas y habitado en ellas, y cuando tus vacas y tus ovejas se multipliquen, y tu plata y oro se multipliquen, y todo lo que tengas se multiplique, entonces tu corazón se enorgullezca, y te olvides del Señor tu Dios que te sacó de la tierra de Egipto de la casa de servidumbre. (Dt 8:12-14)

Cuando alguien que ve que su negocio o su carrera, su proyecto de investigación, la crianza de hijos u otro trabajo que ha realizado llega a ser un éxito después de muchos años de trabajo duro y sacrificios, es justificable que se sienta orgulloso. Sin embargo, no debemos permitir que el orgullo gozoso se convierta en arrogancia. Deuteronomio 8:17-18 nos recuerda, “No sea que digas en tu corazón: ‘Mi poder y la fuerza de mi mano me han producido esta riqueza.’ Mas acuérdate del Señor tu Dios, porque Él es el que te da poder para hacer riquezas, a fin de confirmar Su pacto, el cual juró a tus padres como en este día”. Como parte del pacto con Su pueblo, Dios nos da la capacidad de vincularnos en la producción económica pero debemos recordar que esta es un regalo de Dios. Cuando le atribuimos el éxito a nuestras habilidades y esfuerzos únicamente, olvidamos que esas habilidades y la vida misma vienen de Dios. No somos nuestros propios creadores. La ilusión de la autosuficiencia hace que nuestro corazón se endurezca. Como siempre, el antídoto se encuentra en la adoración correcta y en ser conscientes de depender de Dios (Dt 8:18).