Justicia económica (Deuteronomio 24:14-15; 25:19; 27:17-25)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Las diferencias de patrimonio y clases sociales pueden dar lugar a las injusticias. La justicia exige que se trate a los trabajadores de forma imparcial. En Deuteronomio 24:14 vemos el mandato, “No oprimirás al jornalero pobre y necesitado, ya sea uno de tus conciudadanos o uno de los extranjeros que habita en tu tierra y en tus ciudades”. Ni los pobres ni los extranjeros tenían la posición en la comunidad para desafiar a un propietario de tierras en las cortes, y por eso eran vulnerables al abuso. Santiago 5:4 contiene un mensaje similar. Los empleadores deben ver sus obligaciones hacia todos sus empleados como sagradas e ineludibles.

La justicia también exige el trato equitativo de los clientes. “No tendrás en tu bolsa pesas diferentes, una grande y una pequeña” (Dt 25:13). Las pesas en cuestión se usan para medir el grano y otras mercancías en las ventas. Para el comprador sería provechoso pesar el grano con una pesa que fuera más ligera de lo que parece (la pesa pequeña). El vendedor se beneficiaría usando una pesa más pesada (la pesa grande). Deuteronomio demanda que se use siempre use la misma pesa, sea que esté comprando o vendiendo. La protección contra el fraude no se limita a las ventas, sino que aplica para toda clase de acuerdos con todos a nuestro alrededor.

Maldito el que cambie el lindero de su vecino. (Dt 27:17)

Maldito el que haga errar al ciego en el camino. (Dt 27:18)

Maldito el que pervierta el derecho del forastero, del huérfano y de la viuda. (Dt 27:19)

Maldito el que acepte soborno para quitar la vida a un inocente. (Dt 27:25)

En esencia, estas reglas prohíben toda clase de fraude. De forma similar en la actualidad, una compañía puede vender un producto que sabe que es defectuoso olvidando la implicación moral. Los clientes pueden abusar de las políticas sobre la devolución de mercancía usada de las tiendas. Las compañías pueden emitir estados financieros que incumplen los principios contables aceptados. Los trabajadores pueden dedicarse a asuntos personales o ignorar su trabajo durante el tiempo remunerado. Estas prácticas no solo son injustas, sino que quebrantan el mandato de adorar únicamente a Dios, “serás un pueblo consagrado al Señor tu Dios” (Dt 26:19).