“No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14; Deuteronomio 5:18)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

El trabajo es uno de los lugares más comunes en donde ocurre el adulterio, no necesariamente porque suceda en el sitio como tal, sino porque surge de las condiciones de trabajo y las relaciones con los compañeros. Por esto, la primera aplicación en el lugar de trabajo es literal: una persona casada no debe tener relaciones sexuales en su trabajo o como consecuencia de este con alguien que no sea su cónyuge. Algunos trabajos, tales como la prostitución y la pornografía, casi siempre incumplen este mandamiento, ya que en muchos casos conducen a que personas casadas tengan relaciones sexuales con alguien que no es su cónyuge. Cualquier clase de trabajo que debilite el vínculo matrimonial infringe el séptimo mandamiento. Hay muchas maneras en las que esto puede ocurrir: en un trabajo que fomenta fuertes vínculos emocionales entre compañeros y no favorece de manera adecuada el compromiso con los cónyuges, como puede ocurrir en hospitales, en iniciativas de emprendimiento, instituciones académicas o iglesias, entre otros lugares; con unas condiciones laborales que lleven a las personas a tener un contacto físico cercano por periodos extensos de tiempo o que fallen en promover límites razonables para los encuentros fuera del horario laboral, como puede pasar en trabajos extensos de campo; un trabajo que expone a las personas al acoso sexual y a la presión de tener relaciones sexuales con los que están al mando; el trabajo que exagera el ego o expone a la adulación, como puede ocurrir con las celebridades, atletas famosos, titanes de negocios, oficiales del gobierno de alto rango y personas adineradas; un trabajo que demande tanto tiempo lejos del cónyuge (física, mental o emocionalmente) que corroa los lazos entre esposos. Todos estos ejemplos pueden representar riesgos para los cristianos, quienes deben reconocerlos, evitarlos, mitigarlos o prevenirlos.