“Acuérdate del día de reposo para santificarlo” (Deuteronomio 5:12; Éxodo 20:8-11)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

El asunto del Sabbath es complejo, no solo en los libros de Deuteronomio y Éxodo y en el Antiguo Testamento, sino también en la teología y la práctica cristiana. La manera concreta en la que los creyentes gentiles deben aplicar el cuarto mandamiento ha sido un tema de debate desde la época del Nuevo Testamento (Ro 14:5-6). Sin embargo, el principio general del Sabbath se aplica directamente al tema del trabajo.

El Sabbath y nuestro trabajo (Deuteronomy 5:13)

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La primera parte del mandamiento ordena que cesen las labores durante uno de siete días. Por una parte, este era un regalo inigualable para ellos. Ningún otro pueblo antiguo tenía el privilegio de descansar durante uno de siete días. Por otra parte, este requería una confianza extraordinaria en la provisión de Dios. Seis días de trabajo debían ser suficientes para sembrar, recoger la cosecha, llevar el agua, tejer las telas y tomar su sustento de la creación. Mientras que Israel descansaba un día de cada semana, las naciones alrededor seguían forjando sus espadas, arreglando sus flechas y entrenando soldados. Israel tuvo que confiar que Dios no dejaría que un día de descanso los llevara a la catástrofe económica y militar.

Actualmente, nosotros enfrentamos el mismo tema de confianza en la provisión de Dios. Si acatamos el mandamiento de guardar el ciclo propio de Dios de trabajo y descanso, ¿seremos capaces de competir en la economía moderna? ¿Debemos dedicarle siete días a mantener un trabajo (o dos o tres), limpiar la casa, preparar las comidas, cortar el césped, lavar el auto, pagar las cuentas, terminar el trabajo escolar y comprar la ropa, o podemos confiar en que Dios proveerá para nosotros incluso si nos tomamos un día cada semana? ¿Podemos dedicarle tiempo a adorar a Dios, orar y reunirnos con otros para estudiar y animarnos y, si lo hacemos, eso nos hará más o menos productivos en general? El cuarto mandamiento no explica cómo Dios hará que todo nos salga bien, simplemente nos dice que descansemos un día de cada siete.

Los cristianos han traducido el día de descanso como el día del Señor (el domingo, el día de la resurrección de Cristo), pero la esencia de Sabbath no es escoger un día en particular de la semana por encima de otro (Ro 14:5-6). La polaridad que realmente es la base del Sabbath es trabajo y descanso. Tanto el trabajo como el descanso están incluidos en el cuarto mandamiento: “Seis días trabajarás y harás todo tu trabajo” (Dt 5:13). Los seis días de trabajo hacen parte del mandamiento, igual que el día de descanso. Aunque muchos cristianos corren peligro de permitir que el trabajo disminuya el tiempo reservado para el descanso, otros están en peligro de lo opuesto, de reducir el tiempo de trabajo y tratar de vivir una vida de ocio y derroche. Esto es incluso peor que incumplir el Sabbath, ya que “si alguno no provee para los suyos, y especialmente para los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo” (1Ti 5:8). Lo que necesitamos son periodos de tiempo y lugares tanto para trabajar como para descansar, lo que es bueno para nosotros, nuestra familia, nuestros trabajadores y nuestros visitantes. Esto puede o no incluir veinticuatro horas continuas de descanso el domingo (o el sábado). Las proporciones pueden cambiar de acuerdo con las necesidades temporales o las necesidades cambiantes de las temporadas de la vida.

Si nuestro principal peligro es el exceso de trabajo, debemos encontrar una forma de honrar el cuarto mandamiento sin instituir un legalismo nuevo y falso, poniendo lo espiritual (la adoración los domingos) contra lo secular (el trabajo de lunes a sábado). Si nuestro peligro es eludir el trabajo, debemos aprender a encontrar gozo y significado en nuestra labor, como un servicio para Dios y nuestro prójimo (Ef 4:28).

El Sabbath y el trabajo de nuestros empleados

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La mayoría de las diferencias entre las dos versiones de los diez mandamientos son las adiciones al cuarto mandamiento en Deuteronomio. Primero, la lista de aquellos que no se deben obligar a trabajar en el Sabbath se amplía, incluyendo “ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales” (Dt 5:14a). Segundo, se agrega una razón por la cual no se debe forzar a los esclavos a trabajar ese día: “para que tu siervo y tu sierva también descansen como tú. Y acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto” (Dt 5:14b-15a). Finalmente, se añade un recordatorio de que la capacidad de descansar de forma segura en medio de la competencia militar y económica contra otras naciones es un regalo de Dios, quien protege a Israel “con mano fuerte y brazo extendido” (Dt 5:15b).

Una distinción importante entre los dos textos sobre este mandamiento es que uno se basa en la creación y el otro en la redención. En Éxodo, el Sabbath se basa en los seis días de la creación seguidos de un día de descanso (Gn 1:3-2:3). Deuteronomio agrega el elemento de la redención de Dios. “El Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, el Señor tu Dios te ha ordenado que guardes el día de reposo” (Dt 5:15). Al integrarlos, vemos que las bases para guardar el Sabbath son tanto la forma en la que Dios nos creó como la forma en la que nos redimió.

Estas añadiduras resaltan el interés de Dios por aquellos que trabajan bajo la autoridad de otros. No solo es un deber descansar, también se les debe dar descanso a aquellos que trabajan bajo su autoridad, sus esclavos, otros israelitas e incluso los animales. Cuando usted “recuerda que fue esclavo en la tierra de Egipto”, no ve su propio descanso como un privilegio especial, sino que se acuerda de que le debe dar descanso a otros, así como el Señor se lo dio a usted. No importa qué religión profesen o lo que decidan hacer con el tiempo. Ellos son trabajadores y Dios nos manda que les permitamos descansar a quienes trabajan. Tal vez estemos acostumbrados a pensar en guardar el Sabbath para descansar nosotros mismos pero, ¿qué tanto pensamos en darle descanso a aquellos que trabajan para servirnos? Muchas personas trabajan en horas que interfieren con sus relaciones, sus ritmos de sueño y oportunidades sociales con el fin de hacer que la vida sea más cómoda para otros.

Las llamadas “leyes azules” que alguna vez protegieron a las personas —o las estorbaron, depende del punto de vista— para que no trabajaran todo el tiempo, han desaparecido en la mayoría de países desarrollados. Sin duda, esto les ha dado muchas oportunidades nuevas a los trabajadores y a los empleadores. Pero, ¿siempre deberíamos hacer parte de esto? Cuando compramos en una tienda tarde en la noche, jugamos golf los domingos en la mañana o vemos eventos deportivos que no terminan cuando pasa la medianoche, ¿consideramos cómo pueden verse afectados quienes están trabajando a esas horas? Tal vez nuestras acciones ayudan a crear una oportunidad laboral que no existiría de otra manera, pero por otra parte, puede que simplemente estemos exigiendo que alguien trabaje a una hora espantosa aunque hubiera podido hacerlo en un horario más conveniente.

La cadena de restaurantes de comida rápida Chick-fil-A es reconocida porque cierra los domingos. Con frecuencia se cree que esto se debe a la interpretación que le da el fundador Truett Cathy al cuarto mandamiento, pero de acuerdo con el sitio web de la compañía, “su decisión fue tanto práctica como espiritual. Él cree que todos los trabajadores de la franquicia de Chick-fil-A y los empleados en los restaurantes deben tener la oportunidad de descansar, pasar tiempo con su familia y amigos y practicar una religión si eso quieren”. Por supuesto, interpretar el cuarto mandamiento como una forma de cuidar a sus empleados es una interpretación particular, pero no es sectaria o legalista. La cuestión es compleja y no hay una respuesta universal, pero sí podemos tomar decisiones como consumidores y (en algunos casos) como empleadores que afectan las horas y las condiciones del trabajo y el descanso de otras personas.