Génesis 3 y el nacimiento del pecado

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Mientras que Génesis 1 y 2 nos muestran cómo pretendía Dios que fueran los seres humanos, Génesis 3 nos muestra lo que el hombre y la mujer eligieron llegar a ser. Probablemente conoces la historia sobre el árbol prohibido llamado el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, y acerca de una serpiente que persuadió a la mujer de que comer de su fruto prohibido la haría como Dios, y lo sabría todo, tanto lo bueno como lo malo. Ella fue persuadida, y el hombre parado a su lado siguió su ejemplo. En el instante en que ambos comieron el fruto, todo cambió para ambos. La labor del hombre seguiría siendo la de cultivar la tierra, pero ahora tendría que lidiar con condiciones inclementes. Parte del castigo a la mujer fue que su deseo sería para el hombre, pero él la dominaría. Entre las consecuencias de la Caída, nació el patriarcado.

Patriarcado significa la dominación de los hombres a las mujeres. La palabra describe cómo se han estructurado las sociedades desde muy temprano en la historia humana. En Génesis 4, vemos que la poligamia también apareció tempranamente, cuando Lamec se jacta con sus dos esposas de su capacidad de derrotar a todos los oponentes. Después que Adán y Eva abandonaron el huerto, las mujeres se convirtieron en propiedad coleccionable. La acumulación de obscenidad y violencia significó que «el Señor vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal» (Génesis 6:5).

Las personas pecadoras tratan a los demás injustamente. Esto ha sido así casi desde el comienzo del tiempo y es así hoy. Hombres y mujeres pueden sufrir un trato injusto en el trabajo y sentirse impotentes para cambiar sus circunstancias. Pero Dios está consciente del mal que existe en los corazones humanos. Él usa rutinariamente instrumentos humanos para contrarrestar el mal y a sus perpetradores.