El llamado universal a trabajar

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Antes que podamos discutir la posibilidad de la dirección de Dios a un tipo de trabajo específico, debemos reconocer el mandato de Dios de que todos trabajen en la medida que sean capaces. El mandato o llamado de Dios a trabajar llega al comienzo mismo de la Biblia, donde Dios elige involucrar a los seres humanos en la obra de creación, producción y sostenimiento. El trabajo permanece hasta el mismo final de la Biblia. Hay trabajo en el Huerto del Edén, y hay trabajo en el cielo nuevo y la tierra nueva.

Genesis 1:27-28

Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo».

Genesis 2:15, 19-20

Dios el Señor tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara… Entonces Dios el Señor formó de la tierra toda ave del cielo y todo animal del campo, y se los llevó al hombre para ver qué nombre les pondría. El hombre les puso nombre a todos los seres vivos, y con ese nombre se les conoce. Así el hombre fue poniéndoles nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales del campo. Sin embargo, no se encontró entre ellos la ayuda adecuada para el hombre.

Éxodo 20:9

Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer.

2 Tesalonicenses 3:10

Porque, incluso cuando estábamos con ustedes, les ordenamos: «El que no quiera trabajar, que tampoco coma».

Apocalipsis 21:24-26

Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes de la tierra le entregarán sus espléndidas riquezas. Sus puertas estarán abiertas todo el día, pues allí no habrá noche. Y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las naciones.

Isaías 65:21-22

Construirán casas y las habitarán; plantarán viñas y comerán de su fruto. Ya no construirán casas para que otros las habiten, ni plantarán viñas para que otros coman. Porque los días de mi pueblo serán como los de un árbol; mis escogidos disfrutarán de las obras de sus manos.

Basados en estos pasajes, podríamos decir que todos están «llamados» a trabajar, siempre que reconozcamos que en este sentido «llamados» en realidad significa «mandados». Dios te manda que trabajes, aun si no te envía una oferta de empleo específica. De hecho, el mandato de Dios a trabajar podría ser cumplido de alguna forma distinta a un empleo pagado. Analizaremos la dirección de Dios a un empleo o tipo de trabajo específico más adelante.