Trabajo eclesiástico, ¿un llamado superior?

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Muchos cristianos tienen la impresión de que los trabajadores eclesiásticos —especialmente evangelistas, misioneros, pastores, sacerdotes, ministros y otros similares— tienen un llamado superior al de otros trabajadores. Si bien en la Biblia hay poco que respalde esta impresión, en la Edad Media, la vida «religiosa» —como la de monjes y monjas— era ampliamente considerada como más santa que la vida ordinaria. La tradición monástica exaltaba la vida «perfecta» y contemplativa, como la de María, de pobreza, castidad y obediencia (a la iglesia) sobre la vida activa «permitida»1, como la de Marta, del trabajo secular, el matrimonio y el servicio a la sociedad, deduciendo así un principio general de un incidente particular (Lucas 10:38-42).

Lamentablemente, esta distorsión sigue siendo influyente en iglesias de todas las tradiciones, si bien la doctrina de prácticamente cada iglesia de hoy afirma el igual valor del trabajo de los laicos. En la Biblia, Dios llama a los individuos tanto al trabajo relacionado con la iglesia como al trabajo no relacionado con la iglesia:

Llamados al trabajo eclesiástico

Éxodo 28:1

Haz que comparezcan ante ti tu hermano Aarón y sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar. De entre todos los israelitas, ellos me servirán como sacerdotes.

Marcos 1:16-17

Pasando por la orilla del mar de Galilea, Jesús vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban la red al lago, pues eran pescadores. «Vengan, síganme —les dijo Jesús—, y los haré pescadores de hombres».

Hechos 13:2, 5

Mientras ayunaban y participaban en el culto al Señor, el Espíritu Santo dijo: «Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo para el trabajo al que los he llamado»… Al llegar a Salamina, predicaron la palabra de Dios en las sinagogas de los judíos. Tenían también a Juan como ayudante.

Llamados al trabajo no eclesiástico

Deuteronomio 31:14

El Señor le dijo a Moisés: «Ya se acerca el día de tu muerte. Llama a Josué, y preséntate con él en la Tienda de reunión para que reciba mis órdenes». (Moisés y Josué eran ambos fundamentalmente líderes militares/políticos, no líderes cultuales/religiosos. Ambos estaban excepcionalmente cerca de Dios, pero eso no los hace líderes religiosos. Esto más bien muestra que Dios llama a personas de todos los ámbitos de la vida).

1 Samuel 16:12-13

Isaí mandó a buscarlo, y se lo trajeron. Era buen mozo, trigueño y de buena presencia. El Señor le dijo a Samuel: «Este es; levántate y úngelo». Samuel tomó el cuerno de aceite y ungió al joven en presencia de sus hermanos. Entonces el Espíritu del Señor vino con poder sobre David, y desde ese día estuvo con él. Luego Samuel regresó a Ramá.

Por lo tanto, sería inapropiado pensar que Dios llama a los trabajadores eclesiásticos pero no a otro tipo de trabajadores.

Surge cierta confusión porque muchas iglesias exigen que sus miembros sean «llamados» para ser ordenados o para servir como pastores, sacerdotes u otros ministros. A menudo la palabra «llamado» se usa para describir el proceso de seleccionar a un ministro o la decisión de entrar en el trabajo eclesiástico a tiempo completo. Sin embargo, como en la propia Biblia, estas situaciones rara vez son llamados personales directos e inconfundibles de Dios. Más bien pueden describir un fuerte sentido de la dirección de Dios. Como hemos visto, la dirección de Dios puede ocurrir con tanta fuerza en empleos y profesiones no relacionados con la iglesia. Dado que el Proyecto Teología del Trabajo no toma el trabajo eclesiástico como una de sus materias, no intentaremos evaluar si el «llamado» al trabajo eclesiástico es más intenso, más directo, más evidente o más necesario que el llamado al trabajo no eclesiástico. Lo que afirmaremos es que el trabajo eclesiástico en general no es un llamado superior al trabajo no eclesiástico, y que el término «llamado» aplica en igual medida para el trabajo no eclesiástico como para el eclesiástico.

También afirmamos que el trabajo no eclesiástico es «servicio cristiano a tiempo completo» tanto como el trabajo eclesiástico. Todos los cristianos están llamados (es decir, son mandados) a llevar a cabo todo lo que hacen, las 24 horas del día, como un servicio de tiempo completo a Cristo:

Colosenses 3:23

Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.

Antes de concluir nuestra discusión sobre este punto, debemos observar que una corriente de pensamiento considera que 1 Timoteo 5:17-18 contradice la perspectiva que hemos descrito. Según esta postura, ser anciano de la iglesia (en general el equivalente a un pastor o sacerdote en el uso moderno de la iglesia) es de hecho un llamado superior.

1 Timoteo 5:17-18

Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia son dignos de doble honor, especialmente los que dedican sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza. Pues la Escritura dice: «No le pongas bozal al buey mientras esté trillando», y «El trabajador merece que se le pague su salario».

Según esta postura, ser pastor es un «doble honor» comparado con otras profesiones. Pero la mayoría de los comentarios rechazan esta interpretación2. Una lectura más apropiada es que los ancianos que realizan bien su trabajo merecen un doble honor (u honorario) en comparación con los ancianos que meramente realizan su trabajo de manera aceptable. Alternativamente, el contraste puede ser entre los ancianos que trabajan voluntariamente en su tiempo libre y los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia3. Las citas del Antiguo Testamento acerca de la remuneración refuerzan aún más la percepción de que este pasaje se trata de recompensar a los ancianos de alto desempeño o de tiempo completo, no de comparar el trabajo eclesiástico con otro tipo de trabajo. Esto significa que los ancianos que trabajan a tiempo completo para la iglesia, y lo hacen bien, merecen que la iglesia les pague adecuadamente. La verdadera comparación del pasaje es entre los pastores, no entre pastores y laicos.

Los únicos empleos que no tienen un estatus igualitario ante los ojos de Dios son los que requieren trabajos prohibidos en la Biblia o son incompatibles con sus valores. Por ejemplo, trabajos que requieran homicidio, adulterio, robo, falso testimonio o codicia (Éxodo 20:13-17), usura (Levítico 25:26), perjuicio a la salud (Mateo 10:8), o daño al medio ambiente (Génesis 2:15) son ilegítimos delante de Dios. Esto no quiere decir que las personas que realizan estos trabajos tengan un estatus inferior a ojos de Dios. Las personas cuyas circunstancias las conducen a un trabajo ilegítimo no son personas ilegítimas. Tales trabajos podrían ser el menor de dos males en ciertas situaciones, pero jamás podrían ser el trabajo deseado por Dios para nadie.

Eusebio, The Proof of the Gospel, ed. y trad. W.J. Ferrar (Grand Rapids: Baker, 1981), libro. 1, cap. 8, 48-49.

I. Howard Marshall, The Pastoral Epistles, The International Critical Commentary (Edinburgh: T & T Clark, 1999), 610ss.

William D. Mounce, Pastoral Epistles, Word Biblical Commentary Vol. 46, (Nashville, TN: Thomas Nelson, 2000), 309.