Tus deseos más auténticos

Artículo / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Finalmente, la Biblia dice que tus deseos más auténticos o profundos también son importantes para Dios.

Salmo 37:4

Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón.

Salmo 145:19

Cumple los deseos de quienes le temen; atiende a su clamor y los salva.

Mateo 5:6

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.

Juan 16:24

Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.

A veces los cristianos esperan que, si Dios los llama a algún trabajo, será algo que ellos detestan. De lo contrario, ¿por qué tendría Dios que llamarlos a ello? Una morbosa fantasía cristiana es pensar en un país en el que uno odiaría vivir, y luego suponer que Dios lo está llamando a ser misionero allí. Pero los mejores misioneros tienen un gran deseo por el lugar y las personas a las que sirven. Además, ¿quién dice que Dios quiere que seas misionero? Si Dios te está guiando hacia algún tipo de trabajo o profesión, es más probable que puedas hallar un profundo deseo por ello en tu corazón.

Sin embargo, puede ser extremadamente difícil conectarse con los deseos más auténticos o profundos. Nuestras motivaciones se vuelven tan confusas a causa del pecado y el deterioro del mundo que nuestros deseos aparentes suelen estar lejos de los verdaderos deseos que Dios ha implantado en lo profundo de nuestro corazón.

Romanos 7:8, 15, 21-23

Pero el pecado, aprovechando la oportunidad que le proporcionó el mandamiento, despertó en mí toda clase de codicia. Porque aparte de la ley el pecado está muerto… No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco… Así que descubro esta ley: que, cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo..

Por este motivo, no podemos simplemente decir: «Haz lo que te haga feliz». Lo que te hace feliz —o al parecer te hace feliz— podría estar lejos de satisfacer las necesidades del mundo, o de usar tus habilidades y dones para el bien común, o incluso de realizar tus verdaderos deseos. Y lo opuesto suele ser cierto, el trabajo que realizaría tu auténtico deseo a primera vista parece indeseable, y puede requerir un gran sacrificio y arduo trabajo. Y tus verdaderos deseos se pueden realizar en muchas áreas de la vida, no necesariamente en el trabajo. Saber lo que realmente deseas requiere madurez espiritual, quizá más de la que puedas tener al momento de enfrentar una decisión. Pero por lo menos puedes deshacerte de la idea de que Dios solo te llama a algo que detestas. A la luz de esto, Frederick Buechner escribe: «El lugar adonde Dios te llama es donde convergen tu profunda alegría y la profunda hambre del mundo»1.

Frederick Buechner, Wishful Thinking: A Seeker’s ABC, ed. rev. (San Francisco: Harper, 1993) en la entrada “Calling”.