La gracia y la justicia conducen a la vida eterna por medio de Cristo (Romanos 5:12-21)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Romanos 5:12–21 refleja un argumento teológico denso y complejo que involucra varios contrastes diferentes entre el Adán desobediente y el Cristo obediente, por medio de quien somos hechos justos y se nos promete la vida eterna. El pasaje nos garantiza que el acto obediente de Cristo de darse a Sí mismo por otros pone a todos los que vienen a Él en una relación correcta con Dios y con los demás. Como participantes en la fe y fidelidad de Cristo, recibimos una parte de los regalos divinos de la rectitud y la vida eterna prometida por Dios por medio de Cristo. Por tanto, ya no participamos en la desobediencia de Adán sino que encontramos la vida eterna al participar en la obediencia de Cristo a Dios.

Pablo habla de la gracia de Dios que opera tanto en el presente como en la eternidad. La reconciliación ya ha sido dada por medio de Cristo (Ro 5:11), así que ya somos capaces de vivir vidas que honren a Dios. Pero la reconciliación de Dios no está completa todavía, sino que sigue en el proceso que conduce a la vida eterna (Ro 5:21). Si hemos recibido la reconciliación en Cristo, ahora nuestro trabajo es una oportunidad para contribuir a un mejor futuro en donde Cristo gobierna. Los innovadores tienen nuevas posibilidades de crear, diseñar y construir productos que mejoren el bien común. Los trabajadores que ofrecen servicios tienen nuevas oportunidades de mejorar la vida de otras personas. Los artistas o músicos pueden crear belleza estética que realce la vida humana para la gloria de Dios. Ninguno de estos es un medio para alcanzar la vida eterna, pero cada vez que trabajamos para hacer que este mundo sea más como Dios desea, recibimos un anticipo de la vida eterna. Cuando caminamos en obediencia al patrón de fe y fidelidad de Cristo en nuestro lugar de trabajo, sin importar las circunstancias, podemos confiar en que nuestra vida está segura eternamente en las manos de nuestro fiel Dios.