“No juzguéis para que no seáis juzgados” (Mateo 7:1-5)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Jesús nos llama a ser realistas acerca de nosotros mismos para que evitemos criticar o juzgar a alguien más:

“No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: “Déjame sacarte la mota del ojo”, cuando la viga está en tu ojo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la mota del ojo de tu hermano”. (Mt 7:1–5)

Puede parecer que esto plantea un problema para el lugar de trabajo. A menudo, el trabajo exitoso depende de las evaluaciones del carácter y la labor de otras personas. Los jefes deben evaluar a sus subordinados y en algunas organizaciones, los subordinados evalúan a sus jefes. Muchas veces debemos decidir en quién confiar, a quién escoger como socio, a quién darle empleo o a qué organización nos uniremos. Pero el versículo 5, con la palabra hipócrita y la amonestación de, “Saca primero la viga de tu ojo”, muestra que Jesús está hablando en contra del juicio falso o innecesario, no de la evaluación honesta. El problema es que hacemos juicios constantemente sin darnos cuenta. La imagen mental que tenemos de otras personas en nuestro trabajo está compuesta más por nuestras percepciones sesgadas que por la realidad. En parte, esto se debe a que vemos en otros lo que nos hace sentir mejores que ellos. En parte, es para justificar nuestras acciones cuando no obramos como siervos de los demás. En parte, es porque nos falta el tiempo o la disposición para descubrir cuál es la información correcta, ya que es mucho más fácil guardar impresiones aleatorias.

Puede que sea imposible acabar con estas críticas falsas por nuestra cuenta y es por eso que los sistemas de evaluación consistentes y objetivos son tan importantes en los lugares de trabajo. Un buen sistema de evaluación del rendimiento requiere que los gerentes busquen evidencia real del desempeño, discutan las percepciones divergentes con los empleados y reconozcan los sesgos comunes. A nivel personal, entre pares sin relaciones de autoridad, se puede llegar a esa misma imparcialidad si cada uno se pregunta, “¿qué tengo que ver en esto?” cuando nota que está juzgando a otra persona. “¿Qué evidencia me lleva a esa conclusión? ¿Cómo me beneficia este juicio? ¿Qué diría esa persona en respuesta a este juicio?” Tal vez la forma más segura de quitar la viga de nuestro propio ojo es hablar directamente con la otra persona acerca de nuestros juicios y pedirle que presente su punto de vista acerca de nuestra percepción. (Consulte la sección sobre resolución de conflictos en Mateo 18:15–17).