Soportando la adversidad, buscando la paz (Hebreos 12:1 - 16)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Hebreos pasa de dar ejemplos de santos fieles a retar a las personas de su propia época. Como el resto del Nuevo Testamento, Hebreos describe la vida cristiana como una vida llena de dificultades. Debemos soportar esta adversidad como una medida de la disciplina paternal de Dios. A través de esta, llegamos a compartir la santidad y justicia de Cristo. Así como el Hijo fue disciplinado y perfeccionado (Heb 5:7–10), los hijos de Dios pasamos por el mismo proceso.

Lo más común en el mundo es que interpretemos la adversidad como un castigo divino. Puede que los que nos rechazan también lo vean así y que nos reprochen por nuestros pecados y fracasos. Sin embargo, Hebreos nos recuerda que no hay condenación para los que han sido perdonados por medio del sacrificio de Cristo que es todo suficiente, una vez y para todos. “Ahora bien, donde hay perdón de estas cosas, ya no hay ofrenda por el pecado” (Heb 10:18). Nuestro Padre amoroso nos disciplinará (Heb 12:4–11), pero la disciplina no es un castigo (1Co 11:32). La disciplina es un entrenamiento fuerte, pero es una forma de amor, “porque el Señor al que ama, disciplina” (Heb 12:6). Que nadie pretenda interpretar nuestras dificultades como un castigo de Dios. “Él nos disciplina para nuestro bien, para que participemos de Su santidad” (Heb 12:10).

Además, esta disciplina no es solamente para nuestro propio beneficio. Hebreos exhorta a los seguidores de Jesús a que busquen “la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. La “paz” que menciona Hebreos 12:14 habla de la noción completa del término hebreo shalom, que expresa un estado supremo de justicia y prosperidad compartido entre toda la comunidad. Es la meta final de salvación. Se expresa de otra forma más adelante en el capítulo con la imagen de la ciudad santa celestial de Sion (Heb 12:22–24).

Sabemos lo difícil que es soportar la adversidad y buscar la paz en nuestro trabajo. Habiendo recibido las promesas de Dios, esperamos de forma natural que estas hagan que nuestro trabajo sea más agradable inmediatamente. Queremos ser productivos, multiplicar nuestra riqueza y ganar autoridad —lo que es bueno ante los ojos de Dios (Gn 1:28)— y disfrutar amistades (Gn 2:18) en y por medio de nuestro trabajo. Si en vez de eso encontramos dificultades, problemas de dinero, falta de poder y hostilidad de parte de los compañeros de trabajo, es posible que soportar sea lo último en lo que pensemos. Puede que parezca mucho más fácil rendirse, renunciar o cambiar de trabajo —si es posible— o retirarse, holgazanear o buscar una justicia ruda establecida por nosotros mismos. O tal vez podemos cansarnos y desanimarnos, podemos permanecer en nuestro trabajo pero perder interés en hacerlo como un servicio para Dios. ¡Que Dios nos dé la gracia para soportar las situaciones difíciles en el trabajo! Las dificultades que enfrentamos en nuestro trabajo pueden ser medios por los cuales Dios nos disciplina para ayudarnos a ser personas más fieles y útiles. Si no podemos mantener la integridad, servir a otros y buscar la reconciliación en trabajos difíciles o ambientes laborales hostiles, ¿cómo podemos ser como Jesús, “aquel que soportó tal hostilidad de los pecadores contra Sí mismo” (Heb 12:3)?