El apoyo de los unos a los otros en el trabajo (Filipenses 4:10-11, 15-16)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Pablo les agradece a los filipenses por apoyarlo, tanto personal (Fil 1:30) como financieramente (Fil 4:10–11, 15–16). A lo largo del Nuevo Testamento, vemos que Pablo siempre se esfuerza por trabajar en colaboración con otros cristianos, incluyendo a Bernabé (Hch 13:2), Silas (Hch 15:40), Lidia (Hch 16:14–15) y Priscila y Aquila (Ro 16:3). Por lo general, sus cartas terminan con saludos a las personas con las que ha trabajado de cerca y comúnmente son de parte de Pablo y un compañero de trabajo, así como Filipenses es de parte de Pablo y Timoteo (Fil 1:1). En esto está siguiendo su propio consejo de imitar a Jesús, que hizo casi todo en cooperación con Sus discípulos y otras personas.

Como señalamos en Filipenses 2, los cristianos que tienen un trabajo secular no siempre se pueden dar el lujo de trabajar con otros creyentes, pero eso no significa que no puedan apoyarse los unos a los otros. Podemos reunirnos con personas de la misma profesión o institución para apoyarnos mutuamente en los retos y oportunidades específicas que enfrentamos en nuestros trabajos. El programa “de mamás a mamás”[1] es un ejemplo práctico de apoyo mutuo en el lugar de trabajo. Estas mamás se reúnen semanalmente para aprender, compartir ideas y apoyarse la una a la otra en el trabajo de criar a sus hijos pequeños. Idealmente, todos los cristianos deberían tener este tipo de apoyo para su trabajo. Si no existe un programa formal, podríamos hablar de nuestro trabajo en los tiempos de comunión comunes, como la adoración y los sermones, los estudios bíblicos, los grupos pequeños, los retiros de la iglesia, las clases y otros. Pero, ¿qué tan frecuentemente lo hacemos? Pablo hace un gran esfuerzo por crear comunidad con otros, e incluso envía mensajeros a que hagan viajes de larga distancia por mar (Fil 2:19, 25) para compartir ideas, noticias, comunión y recursos.