La fe y la(s) obra(s) (Santiago 2:14-26)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

En la segunda parte del capítulo 2, Santiago retoma el tema del trabajo de forma concreta, aunque en vez de usar la palabra “trabajo” u “obra” en singular (del griego ergon), usa el plural “obras” (del griego erga). Es por esto que algunas personas creen que cuando Santiago habla de “obras” se refiere a algo diferente al “trabajo”. Sin embargo, erga y ergon simplemente son la forma plural y singular de la misma palabra.[1] Santiago está describiendo toda clase de obra, desde las obras de bondad, tales como darle alimento al que tiene hambre, hasta las obras laborales, tales como incrementar la rentabilidad sostenible de los arrozales. Su uso del plural demuestra que espera que el trabajo de los cristianos sea continuo.

El enfoque de Santiago en las obras ha causado una profunda controversia relacionada con esta carta. Es bien conocido que a Lutero no le gustaba este libro porque consideraba que Santiago 2:24 (“Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe”) contradecía Gálatas 2:16 (“el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino mediante la fe en Cristo Jesús”). Aunque otros líderes de la Reforma protestante no estaban de acuerdo con él, la objeción de Lutero llegó a dominar la lectura de Santiago de los protestantes.[2] Aunque aquí no podemos entrar en el largo debate acerca de Lutero y el libro de Santiago, podemos indagar brevemente si en verdad el énfasis de Santiago en las obras está en contra del rechazo de los protestantes hacia “la justificación por obras”.

¿Qué es lo que está diciendo Santiago? El eje central de este argumento puede ser el versículo 2:14, así que lo consideraremos antes de continuar: “¿De qué sirve, hermanos míos, si alguno dice que tiene fe, pero no tiene obras?” Santiago responde su propia pregunta sin rodeos diciendo, “así también la fe por sí misma, si no tiene obras, está muerta” (Stg 2:17) —tan muerta como alguien que necesita alimento desesperadamente y solo recibe palabras vacías de buenos deseos de su prójimo (como lo dice en un ejemplo escogido cuidadosamente) (Stg 2:15–16). Él da por sentado que creer en Cristo (confiar en Dios) llevará a las personas a sentir compasión por los necesitados y a obrar para ayudarlos.

Todos los días tenemos oportunidades para suplir las necesidades de nuestros compañeros de trabajo y nuestros jefes. Puede ser tan simple como asegurarse de que un cliente confundido encuentre el producto que suple su necesidad, o darse cuenta de que un compañero de trabajo necesita ayuda pero no se atreve a pedirla. Santiago nos exhorta a interesarnos de una forma especial en los que son vulnerables o marginados, y tal vez es necesario que practiquemos buscando cuáles son estas personas en nuestro lugar de trabajo.

Este es el corazón del libro. Santiago no cree que el trabajo no concuerda con la fe. No puede haber “justificación por obras” porque no pueden haber buenas obras a menos que ya haya fe (confianza) en Dios. Santiago no quiere decir que puede existir una fe sin obras que es insuficiente para salvación. Quiere decir que cualquier “fe” que no conduzca a las obras está muerta, es decir, no es fe en lo absoluto. “Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta” (Stg 2:26). Santiago no les ordena a los cristianos que trabajen por los necesitados en vez o además de poner su fe en Cristo. Él espera que los cristianos trabajen en beneficio de los que tienen necesidad como resultado de haber puesto su fe en Cristo.[3]

La idea de que la fe cristiana siempre conduce a la práctica es en sí misma una lección para el trabajo. No podemos dividir el mundo en lo espiritual y lo práctico porque lo espiritual es lo práctico. Santiago dice, “Ya ves que la fe [de Abraham] actuaba juntamente con sus obras” (Stg 2:22). Por tanto, nunca podremos decir, “creo en Jesús y voy a la iglesia, pero prefiero mantener mi fe personal fuera del trabajo”. Esa clase de fe está muerta. Las palabras de Santiago, “Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe” (Stg 2:24) nos retan a que nuestro compromiso con Cristo sea evidente en nuestras actividades diarias.

El resto de la carta muestra formas en las que los dos principios básicos de la confianza en Dios y el trabajo en beneficio de los necesitados se aplican en la práctica. Teniendo en cuenta lo que estudiamos en Santiago 2:14–26, procedemos considerando estas aplicaciones como consecuencias de la fe en Cristo, válidas en la época de Santiago y educativas en la actualidad.

Ver Gk. #2041 en James Strong, Enhanced Strong’s Lexicon [El diccionario mejorado de Strong] (Ontario: Woodside Bible Fellowship, 1995), y #2240 en Gerhard Kittel, Gerhard Friedrich, y Geoffrey William Bromiley, eds., Theological Dictionary of the New Testament [Diccionario teológico del Nuevo Testamento] (Grand Rapids: Eerdmans, 1985), 6:635.

Luke Timothy Johnson, “The Letter of James” [La carta de Santiago] vol. 12, The New Interpreter’s Bible [La Biblia del nuevo intérprete] (Nashville: Abingdon Press, 1998), 177.

Para consultar un análisis de la forma en la que esta perspectiva de la fe se ajusta a la de Pablo, ver Douglas Moo, The Letter of James [La carta de Santiago] (Grand Rapids: Eerdmans, 2000), 37–43, 118–44.