Trabajando como para el Señor (Colosenses 3:17, 23)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Entonces, ¿qué significa trabajar “en el nombre del Señor Jesús (Col 3:17)? ¿Cómo realizamos nuestras labores de todo corazón “como para el Señor y no para los hombres” (Col 3:23)? Trabajar en el nombre del Señor Jesús implica al menos dos aspectos:

  • Reconocemos que representamos a Jesús en el trabajo. Si somos seguidores de Cristo, la forma en la que tratamos a los demás y la diligencia y fidelidad con la que trabajamos refleja a nuestro Señor. ¿Qué tanto corresponden nuestras acciones con el carácter de Dios?
  • Trabajar “en el nombre del Señor Jesús” también implica que reconocemos cada día que Él es nuestro maestro, nuestro jefe, a quien le rendiremos cuentas finalmente. Esto conduce a que Pablo nos recuerde que trabajamos para el Señor y no para los seres humanos. Sí, lo más probable es que tengamos que rendir cuentas horizontalmente en el trabajo, pero la diligencia con la que realizamos nuestra labor viene de reconocer que, en última instancia, Dios es nuestro juez.

Pablo escribe, “Y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias por medio de Él a Dios el Padre” (Col 3:17). Este versículo lo podemos entender de dos maneras: una superficial y una más profunda. La forma superficial es que podemos traer algunos símbolos y detalles cristianos al trabajo, como por ejemplo un versículo bíblico pegado al cubículo o una calcomanía con un mensaje cristiano en la parte trasera de nuestro camión. Gestos como estos pueden ser significativos, pero en sí mismos no constituyen una vida laboral centrada en Cristo. Una forma más profunda de entender el reto de Pablo es orar específicamente por el trabajo que estamos realizando: “Dios, por favor muéstrame cómo respetar tanto al demandante como al acusado en el lenguaje que use en este informe”.

Una forma aún más profunda es comenzar el día pensando en cuáles serían nuestras metas diarias si Dios fuera el jefe en nuestro trabajo. Al entender esta orden de Pablo, podríamos hacer todas las tareas del día con la mira puesta en metas que honran a Dios. Lo que el apóstol quiere dar a entender es que, en el reino de Dios, nuestro trabajo y nuestra oración son actividades integradas. Tendemos a verlas como actividades separadas que se deben equilibrar, pero en realidad son dos aspectos de la misma actividad, concretamente, de trabajar para lograr lo que Dios quiere se que logre en comunión con otras personas y con Dios.