Las buenas relaciones surgen del respeto genuino (1 Timoteo 5:1 - 6:2; Tito 2:1-10)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Primera a Timoteo 4:6–16 está llena de instrucciones específicas de Pablo para Timoteo. Sería útil que los trabajadores cristianos recordaran que el entrenamiento en la piedad es un componente crucial para el desarrollo profesional (ver 1Ti 4:8). Sin embargo, pasaremos rápidamente a la siguiente sección, la cual va de 1 Timoteo 5:1 al 6:2. De nuevo, esta sección es similar a una sección de Tito 2:1–10. Ser miembros de la iglesia no debe llevarnos a explotar a otros dentro de ella (comparar con 1Ti 5:16; 6:2), sino que debe llevarnos a trabajar más duro para bendecirlos. Esto también aplica en el trabajo.

En particular, estos dos pasajes describen cómo los hombres y las mujeres, viejos y jóvenes, amos y esclavos, se deben comportar dentro de la familia de Dios. Cabe resaltar los primeros dos versículos de esta sección en 1 Timoteo: “No reprendas con dureza al anciano, sino, más bien, exhórtalo como a padre; a los más jóvenes, como a hermanos, a las ancianas, como a madres; a las más jóvenes, como a hermanas, con toda pureza”. Este mandato no elimina las distinciones entre la familia y la iglesia (como se deja claro en 1 Ti 5:4, 8), sino que indica que la amabilidad, compasión, lealtad y pureza que debería caracterizar nuestras relaciones familiares más íntimas, también deberían caracterizar nuestras relaciones con la familia de Dios, la iglesia.

La exhortación de Pablo de “toda pureza” nos recuerda que existen violaciones de límites sexuales en las familias y las iglesias, así como en los lugares de trabajo. El acoso sexual puede avanzar sin oposición —e incluso sin que lo vean los que no están siendo acosados— en los lugares de trabajo. Podemos ser de bendición en todos los lugares de trabajo prestándole más atención al trato que reciben las personas y oponiéndonos a las palabras y acciones inapropiadas y abusivas.

¿Es correcto considerar a las personas en el trabajo como una familia? No y sí. No porque en realidad no es una familia, por las razones que se presentan de una forma muy graciosa en la serie de televisión The Office. Si la persona no cumple su papel adecuadamente, dejará de ser parte de ese lugar de trabajo. A diferencia de los miembros de la familia, los empleados que ya no tienen la aprobación de la gerencia están sujetos al despido. El empleo no es permanente, no “es algo que de cierta forma no se deba merecer”.[1] Sería ingenuo —y posiblemente incluso abusivo— pretender que un trabajo es una familia.

Sin embargo, en ciertos sentidos, un trabajo puede ser como una familia, si ese término se usa para describir el respeto, compromiso, la comunicación abierta y el cuidado que los miembros de la familia deben mostrarse el uno al otro. Una característica importante del servicio redentor de la iglesia para el mundo podría ser que los cristianos fuéramos conocidos por tratar así a nuestros compañeros de trabajo. Por ejemplo, la mentoría es un servicio extremadamente valioso que los trabajadores experimentados pueden ofrecerle a los colegas nuevos. Esta acción se parece a la inversión que los padres hacen en sus hijos. Y así como nosotros protegemos del abuso y la explotación a los miembros de nuestra familia, el amor de Cristo nos impulsa a hacer lo mismo por las personas en nuestro trabajo. Ciertamente, nunca deberíamos participar en el abuso o explotación de otras personas en el trabajo porque pensamos que les debemos menos respeto o cuidado que a los miembros de nuestra familia (o de la iglesia). En cambio, debemos esforzarnos por amar a todos nuestros prójimos, incluyendo a los que están en nuestro trabajo, como a nuestra familia o a nosotros mismos.

Robert Frost, “The Death of the Hired Man” [La muerte del jornalero], línea 125, en North of Boston [Al norte de Boston] (Nueva York: Henry Holt, 1915).