La transparencia (2 Corintios 1:12-23)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Cuando Pablo comienza a escribir el cuerpo de su segunda carta a los Corintios, habla de la queja que otros tenían de él, de que no había sido abierto y honesto con ellos. Aunque les prometió visitar Corinto de nuevo, en dos ocasiones se había arrepentido de hacerlo. ¿Pablo estaba siendo poco sincero o se estaba contradiciendo? ¿Estaba actuando bajo cuerda para hacer lo que quería sin que otros lo supieran? Pablo aborda estas preguntas en 2 Corintios 1:12–14. Está orgulloso de que su comportamiento entre los corintios ha sido transparente en todo momento y sus acciones no eran maquinaciones de lo que llama “sabiduría carnal” (2Co 1:12). Él canceló sus visitas, no para ganar ventaja para sí mismo o guardar su reputación, sino porque no quería avergonzar o reprender a los corintios de nuevo. Por tanto, retrasó su visita a Corinto con la esperanza de que, cuando fuera, pudiera traer gozo en vez de recriminación y reprensión (2Co 1:23–24).

Aunque se había cuestionado la integridad de Pablo, él supo que debido a su historia de transparencia, ellos seguirían confiando en él. Les recuerda que “en la santidad y en la sinceridad que viene de Dios, no en sabiduría carnal sino en la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo” (2Co 1:12). Como lo han visto en acción, saben que dice lo que dice sin vacilar (2Co 1:17–20). Esto hace que esté seguro de decirles “entenderéis hasta el fin” (2Co 1:1–13), una vez que ellos conocieron todos los factores que él tuvo que considerar. La prueba de que ellos confían en él es que, incluso sin saber nada, Pablo les dice “nos habéis entendido en parte” (2Co 1:13).

En nuestro trabajo actual, ¿somos lo suficientemente transparentes como para que las personas tengan una razón para confiar en nosotros? A diario, todas las personas, compañías y organizaciones enfrentan la tentación de esconder la verdad. ¿Estamos ocultando nuestras motivaciones con el fin de ganarnos la confianza de un cliente o un competidor de forma engañosa? ¿Estamos tomando decisiones en secreto para evitar la rendición de cuentas o estamos escondiendo factores que otros objetarían? ¿Pretendemos apoyar a nuestros compañeros de trabajo cuando están presentes, pero nos burlamos de ellos cuando no nos escuchan? El ejemplo de Pablo nos muestra que estas acciones están equivocadas. Además, cualquier ventaja breve que podamos ganar de ellos estará más que perdida a largo plazo, ya que nuestros compañeros de trabajo aprenderán a no confiar en nosotros. Y si nuestros compañeros de trabajo no pueden confiar en nosotros, ¿Dios puede hacerlo?

Claramente, esto no significa que siempre debemos revelar toda la información que conocemos. Existe información confidencial, personal y organizacional que no se puede revelar. No todos deben estar al tanto de toda la información. A veces la respuesta honesta puede ser, “no puedo responder esa pregunta porque tengo el deber de cuidar la privacidad de alguien más”. Sin embargo, no debemos usar la confidencialidad como una excusa para mentir, lograr una ventaja sobre otros, o para presentarnos a nosotros mismos de una forma positiva falsa. Cuando surgen preguntas acerca de nuestras motivaciones, el mejor antídoto en contra de las dudas injustificadas es un registro sólido de transparencia y confiabilidad.

La transparencia es tan importante para Pablo y su trabajo con los corintios que retoma el tema varias veces en la carta. “Sino que hemos renunciado a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino que, mediante la manifestación de la verdad, nos recomendamos” (2Co 4:2). “Nuestra boca, oh corintios, os ha hablado con toda franqueza. Nuestro corazón se ha abierto de par en par” (2Co 6:11).