La prioridad de las relaciones (2 Corintios 2:12-16)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Otro medio para lograr interacciones saludables en el trabajo es simplemente tomarse el tiempo y esforzarse por desarrollar e invertir en las relaciones. Habiendo dejado Éfeso, Pablo fue a Troas, una ciudad puerto en la esquina noroeste de Asia menor, en donde esperaba que Tito llegara de su visita a Corinto (ver la introducción anteriormente para más detalles). Mientras Pablo estuvo allí, se ocupó de su trabajo misionero con su energía usual y Dios bendijo sus esfuerzos. Pero, a pesar de un comienzo prometedor en una ciudad de gran importancia estratégica,[1] Pablo acortó su trabajo en Troas porque, como él lo dice, “no tuve reposo en mi espíritu al no encontrar a Tito, mi hermano” (2Co 2:13). Simplemente no pudo ocuparse de su trabajo, su pasión, debido a la angustia que sentía por su relación tensa con los creyentes corintios. Por esto salió hacia Macedonia con la esperanza de encontrar allí a Tito.

Hay dos cosas que son sorprendentes de este pasaje. Primero, Pablo le da un valor significativo a sus relaciones con otros creyentes. Él no puede permanecer distante y tranquilo cuando estas relaciones están en mal estado. No podemos decir con certeza absoluta que conocía la enseñanza de Jesús acerca de dejar la ofrenda en el altar y reconciliarse con el hermano (Mt 5:23–24), pero claramente entendía el principio. Pablo está ansioso por ver que las cosas se arreglen e invierte bastante energía y oración en la búsqueda de esa meta. Segundo, Pablo pone como una prioridad alta traer la reconciliación, incluso si causa un retraso significativo en su horario de trabajo. Él no trata de convencerse a sí mismo de que tiene una gran oportunidad para servir que no vendrá de nuevo, y que por tanto no debe tomarse la molestia de pensar en los corintios y en sus necesidades momentáneas. Reparar el daño en su relación con ellos es una prioridad.

La lección para nosotros es evidente. Las relaciones son importantes. Es claro que no siempre podemos dejar lo que estamos haciendo sin previo aviso para atender las relaciones afectadas. Pero sin importar cual sea nuestra tarea, las relaciones nos incumben. Las tareas son importantes. Las relaciones son importantes. Así que, en el espíritu de Mateo 5:23–24, cuando descubrimos —o incluso sospechamos— que una relación fue afectada o se rompió en el curso de nuestro trabajo, hacemos bien en preguntarnos a nosotros mismos qué es más apremiante en el momento, si completar la tarea o restaurar una relación. La respuesta puede variar, dependiendo de las circunstancias. Si la tarea es lo suficientemente grande, o el problema en la relación es lo suficientemente serio, hacemos bien no solo preguntando qué es más urgente sino también buscando el consejo de un hermano o hermana respetado.

Ver Jerome Murphy-O’Connor, Paul: A Critical Life [Pablo: su historia] (Oxford: Clarendon, 1996), 300.