La atención del profeta Elías al trabajo común (2 Reyes 2-6)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Mientras los reyes del norte caen más bajo en la apostasía y tiranía, Dios levanta profetas para que se les opongan más enérgicamente que nunca. Los profetas eran figuras de inmenso poder dado por Dios que venían de la nada para hablar la verdad de Dios en los lugares donde se encontraba el poder humano. Elías y Eliseo son claramente los profetas más prominentes en los libros de Reyes y Crónicas, y de los dos, Eliseo es fundamentalmente importante por la atención que le presta al trabajo de los israelitas comunes. Eliseo es llamado a levantarse contra los reyes rebeldes de Israel durante su larga carrera (2R 2:13-13:20). Sus acciones demuestran que él considera la vida económica de las personas como algo tan importante como los problemas de la dinastía del reino, y trata de proteger al pueblo de los desastres causados por los reyes.

Eliseo restaura el sistema de irrigación de una ciudad (2 Reyes 2:19-22)

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El primer acto importante de Eliseo es la purificación del manantial de la ciudad de Jericó. La preocupación principal en el pasaje es la productividad agrícola. Sin un manantial saludable, “la tierra es estéril”. Al restablecer el acceso al agua potable, Eliseo hace posible que las personas de la ciudad retomen su misión dada por Dios para la humanidad de ser fructíferos, multiplicarse y producir su alimento (Gn 1:28-30).

Eliseo restaura la solvencia financiera de un hogar (2 Reyes 4:1-7)

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Luego de que uno de los profetas del círculo de Eliseo muriera, su familia queda en deudas. Por lo general, lo que una familia desposeída debía hacer en el antiguo pueblo de Israel era vender a uno o todos sus miembros como esclavos para que fueran a un lugar donde al menos recibirían alimento (ver “Esclavitud o servidumbre”, Éxodo 21:1-11, en “Éxodo y el trabajo”). Cuando estaba a punto de vender a sus dos hijos como esclavos, la viuda del profeta le pide ayuda a Eliseo (2R 4:1). A Eliseo se le ocurre un plan para que la familia se vuelva económicamente productiva y pueda sustentarse a sí misma. Luego de preguntarle a la viuda qué tiene en su casa, ella dice, “Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite” (2R 4:2). Aparentemente, para Eliseo este es capital suficiente para comenzar. Él le dice que pida prestadas vasijas vacías de todos sus vecinos y las llene con aceite de su vasija. Ella logra llenar todas las vasijas con aceite antes de que su propia vasija quede vacía y la ganancia por la venta del aceite es suficiente para pagar las deudas de la familia (2R 4:7). Esencialmente, Eliseo crea una comunidad emprendedora dentro de la cual la mujer es capaz de comenzar un pequeño negocio. Esto es exactamente lo que hacen algunos de los métodos más efectivos que luchan con la pobreza, ya sea por medio de la microfinanza, las sociedades crediticias, las cooperativas agrícolas o los programas de proveedores de pequeños negocios por parte de grandes compañías y gobiernos.

Las acciones de Eliseo a favor de esta familia reflejan el amor y el interés de Dios por las personas que pasan necesidades. ¿Cómo podríamos incrementar con nuestro trabajo las oportunidades para que las personas pobres trabajen y logren prosperar? ¿En qué maneras perjudicamos individual y colectivamente la capacidad productiva de personas y economías pobres, y qué podemos hacer con la ayuda de Dios para mejorar?

Eliseo restaura la salud de un comandante militar (2 Reyes 5:1-14)

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Cuando Eliseo cura la lepra de Naamán, un comandante del ejército de Siria —el enemigo de Israel—, se producen repercusiones importantes en el campo del trabajo. “No es algo insignificante que una persona enferma se recupere, especialmente un leproso”, como dice Jacques Ellul en su ensayo esclarecedor sobre este pasaje,[1] porque la sanación restaura la habilidad para trabajar. En este caso, la sanidad restaura a Naamán para que regrese a su trabajo de administración asesorando a su rey sobre los acuerdos con el rey de Israel.

Es interesante que la sanación de un extranjero también lleva a la restauración de la ética cultural en la misma organización de Eliseo. Naamán ofrece recompensar generosamente a Eliseo por la sanación, pero él no acepta nada por lo que considera simplemente como hacer la voluntad del Señor. Sin embargo, un siervo de Eliseo llamado Giezi ve una oportunidad para ganar una remuneración extra, por lo que persigue a Naamán y le dice que Eliseo ha cambiado de opinión y que aceptará un pago significativo después de todo. Luego de recibir el pago, Giezi esconde su ganancia ilícita y le miente a Eliseo para cubrir sus actos, pero Eliseo responde anunciando que Giezi recibirá la misma lepra que había salido del cuerpo de Naamán. Es evidente que Eliseo reconoce que tolerar la corrupción en su organización erosionará rápidamente todo lo bueno que ha hecho en una vida entera de servicio a Dios.

Las acciones de Naamán demuestran otro aspecto en esta historia. Él tiene un problema, que es la lepra y necesita ser sanado. Sin embargo, la noción que se había formado desde antes de cómo sería la respuesta —algo así como un encuentro dramático con un profeta— lo lleva a rehusarse a aceptar la solución verdadera cuando se la ofrecen, la cual era bañarse en el río Jordán. Cuando escuchó este remedio tan simple que le transmitió el mensajero de Eliseo, en vez de Eliseo mismo, “Naamán se enojó”. Ni la solución ni la fuente parecen lo suficientemente buenas como para que Naamán les preste atención.

En el mundo actual, este problema de dos facetas se repite con frecuencia. Primero, uno de los líderes principales ignora la solución que propone un empleado de menor nivel porque no está dispuesto a considerar ideas de alguien que considera como poco calificado. En su libro Good to Great [Empresas que sobresalen], Jim Collins señala que la humildad es el primer indicador de lo que llama un “líder nivel 5”, o la disposición de escuchar ideas provenientes de muchas fuentes.[2] Segundo, la solución no se acepta porque no coincide con el criterio del líder.

Gracias a Dios que muchos líderes actuales, igual que Naamán, tienen subordinados que están dispuestos a tomar el riesgo de hablarles con sensatez. No solo se necesitan jefes humildes en las organizaciones, sino también subordinados valientes. Asombrosamente, la persona por la cual se pone en marcha todo el episodio es la persona de menor estatus de todas, una niña extranjera que Naamán había capturado en una incursión y que había dado a su esposa como esclava (2R 5:3). Este es un recordatorio hermoso de cómo la arrogancia y las expectativas equivocadas pueden bloquear la perspectiva, pero la sabiduría de Dios sigue tratando de vencer de todas formas.

Jacques Ellul, The Politics of God & the Politics of Man [La política de Dios y la política del hombre] Grand Rapids: Eerdmans, 1972), 35.

Jim Collins, Good to Great (HarperBusiness, 2001), 22-25.

Elías restaura el hacha de un leñador (2 Reyes 6:1-7)

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Cuando estaba cortando madera a la orilla del río Jordán, el hierro del hacha que estaba usando uno de los profetas que acompañaba a Elías cayó en el río. Esta se la había prestado un leñador y el precio de una pieza tan sólida de hierro en la edad de bronce habría significado la ruina financiera para el dueño; por esta razón, el profeta que la tomó prestada se angustia. Eliseo se interesa de forma personal e inmediata por la pérdida económica y hace que el hierro flote sobre el agua, en donde podían recuperarla y devolverla a su dueño. Una vez más, Eliseo interviene para permitir que alguien trabaje para ganar su propio sustento.

El don de un profeta es discernir los propósitos de Dios en la vida diaria y trabajar y actuar de acuerdo a ello. Dios llama a los profetas a que restauren la buena creación de Dios en medio de un mundo caído, en formas que señalan al poder y la gloria de Dios. El aspecto teológico del trabajo de un profeta —llamar a las personas a que adoren al Dios verdadero— está acompañado de forma inevitable de un aspecto práctico, que es restaurar el buen funcionamiento del orden creado. El Nuevo Testamento nos dice que algunos cristianos también están llamados a ser profetas (1Co 12:28; Ef 4:11). Eliseo no solo es un personaje histórico que demuestra el interés de Dios por el trabajo de Su pueblo, sino que también es un ejemplo para los cristianos en la actualidad.