La arrogancia y el fin de los reinos (2 Crónicas 26)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

¿Cómo pudieron los reyes caer tan fácilmente en la maldad? La historia de Uzías nos aporta algunas ideas. Él asciende al trono a sus dieciséis años y al comienzo “hizo lo recto ante los ojos del Señor” (2Cr 26:4). Su corta edad representa una ventaja, ya que reconoce su necesidad de la guía de Dios. “Y persistió en buscar a Dios en los días de Zacarías, quien tenía entendimiento por medio de la visión de Dios; y mientras buscó al Señor, Dios le prosperó” (2Cr 26:5).

Es interesante que gran parte del éxito que Dios le da a Uzías se relaciona con el trabajo común. “Edificó también torres en el desierto y excavó muchas cisternas, porque tenía mucho ganado, tanto en las tierras bajas como en la llanura. También tenía labradores y viñadores en la región montañosa y en los campos fértiles porque amaba la tierra” (2Cr 26:10). “Y en Jerusalén hizo máquinas de guerra inventadas por hombres hábiles” (2Cr 26:15).

La Escritura nos dice que “fue ayudado en forma prodigiosa hasta que se hizo fuerte” (2Cr 26:15). Entonces, su fuerza se convierte en su ruina ya que comienza a servirse a sí mismo en vez de al Señor. “Cuando llegó a ser fuerte, su corazón se hizo tan orgulloso que obró corruptamente, y fue infiel al Señor su Dios” (2Cr 26:16). Él intenta usurpar la autoridad religiosa de los sacerdotes, lo que lleva a una revuelta en el palacio que le cuesta el trono y lo deja como un marginado por el resto de su vida. La historia de Uzías presenta una gran lección para las personas en posiciones de liderazgo hoy día. El carácter que lleva al éxito —especialmente nuestra dependencia de Dios— se corroe fácilmente por los poderes y los privilegios que el mismo éxito produce. ¿Cuántos líderes políticos, de negocios y de ejércitos han llegado a pensar que son invencibles y por esto pierden la humildad, la disciplina y la actitud de servicio que son necesarias para seguir siendo exitosos? ¿Cuántos de nosotros en cualquier nivel de éxito hemos prestado más atención a nosotros mismos y menos a Dios cuando nuestro poder aumenta incluso ligeramente? Uzías tuvo incluso el beneficio de que sus subordinados se le opusieran cuando actuó incorrectamente, pero decidió ignorarlos (2Cr 26:18). ¿Qué o a quién tiene usted para ayudarle a evitar que se deje llevar por el orgullo y alejarse de Dios en caso de que su éxito aumente?