Libro 1 (Salmos 1-41)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

El Libro 1 consiste en gran medida en salmos escritos por David individualmente, y no por Israel como nación. Estos abordan temas que conciernen a David personalmente, y eso hace que sea posible aplicarlos a las situaciones que enfrentamos como individuos en el trabajo. Los libros subsiguientes incorporan los aspectos sociales y comunitarios de la vida y el trabajo.

La integridad personal en el trabajo (Salmo 1)

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Los dos salmos iniciales establecen temas que atraviesan todo el Salterio. El Salmo 1 descubre la integridad personal, indicando que así es como cada persona debería vivir. Específicamente aplica este tema al trabajo y a nuestro deseo de éxito. Dice acerca del justo, “Será como árbol firmemente plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo, y su hoja no se marchita; en todo lo que hace, prospera” (Sal 1:3). El trabajo hecho de forma ética tiende a prosperar. Esta es una verdad general pero no es una regla infalible. Aunque algunas veces las personas sufren por causa de sus actos éticos en el trabajo o en otros lugares, sigue siendo una realidad que es factible que a las personas que temen a Dios y tienen integridad les vaya bien. Esto se debe a que viven sabiamente y a que la bendición de Dios está sobre ellos.

La obediencia a Dios (Salmo 2)

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El Salmo 2 se centra en la casa de David. El Señor ha elegido este reino y su templo, Sion, para ser el foco de atención del reino de Dios. Algún día, los gentiles se someterán a él o enfrentarán la ira de Dios. Por tanto, Salmos 2:11-12 dice, “Adorad al Señor con reverencia, y alegraos con temblor. Honrad al Hijo para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues puede inflamarse de repente Su ira. ¡Cuán bienaventurados son todos los que en Él se refugian!” Jesús le cumplió estas promesas a David. La lección para nosotros es que debemos valorar el reino de Cristo por encima de todas las cosas. Una buena ética laboral es valiosa, pero no podemos hacer que nuestra prioridad sea la prosperidad. No podemos servir a Dios y al dinero (Mt 6:24).

Los enemigos y los oponentes (Salmos 4, 6, 7, 17)

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Después de Salmos 1 y 2, el Libro 1 tiene muchos salmos en los que David se queja con Dios de sus enemigos. Estos salmos pueden ser difíciles para los lectores en la actualidad ya que algunas veces parece que David tiene una actitud vengativa. Sin embargo, no debemos ignorar el hecho de que cuando los enemigos están a su alrededor, él le encomienda el problema a Dios y no hace justicia por mano propia.

Estos salmos tienen una aplicación en el lugar de trabajo. Con frecuencia, los conflictos y las rivalidades aparecen entre las personas en el trabajo y algunas veces estas peleas pueden ser violentas. Las batallas ocupacionales pueden llevar a la depresión y a la pérdida de sueño. El Salmo 4:8 es una oración acerca de enemigos personales, que dice, “En paz me acostaré y así también dormiré; porque sólo Tú, Señor, me haces habitar seguro”. Cuando le encomendamos a Dios una situación, podemos estar tranquilos. Sin embargo, cuando estamos en medio de una batalla como esta, nuestras oraciones para pedir ayuda pueden parecer en vano. Sin embargo, Dios escucha y responde: “Apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad, porque el Señor ha oído la voz de mi llanto” (Sal 6:8). Por otra parte, debemos ser cuidadosos de mantener nuestra integridad cuando estemos en medio de tales conflictos. No sería beneficioso clamar a Dios si estamos siendo rudos, deshonestos o estamos actuando con poca ética en el trabajo. “Oh Señor, Dios mío, si yo he hecho esto, si hay en mis manos injusticia, si he pagado con el mal al que estaba en paz conmigo… que persiga el enemigo mi alma y la alcance… y eche en el polvo mi gloria” (Sal 7:3-5). El Salmo 17:3 insiste en esta misma idea.

La autoridad (Salmo 8)

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El Salmo 8 es una excepción en el Libro 1, ya que no pertenece específicamente a David. Su interés está en toda la autoridad humana, no solo en el gobierno de David. Aunque Dios creó todo el universo (Sal 8:1-3), decidió designar seres humanos para que gobiernen la creación (Sal 8:5-8). Este es un llamado de altura. “¡Sin embargo, lo has hecho un poco menor que los ángeles, y lo coronas de gloria y majestad! Tú le haces señorear sobre las obras de tus manos; todo lo has puesto bajo sus pies” (Sal 8:5-6). Cuando ejercemos la autoridad y el liderazgo, lo hacemos como delegados de Dios. Nuestro mandato no puede ser arbitrario o egoísta, sino que debe cumplir los propósitos de Dios. Algunos de estos propósitos principales son cuidar a las criaturas de la tierra (Sal 8:7-8) y proteger a los débiles y los vulnerables, especialmente a los niños (Sal 8:2).

Si adquirimos una posición de autoridad en el trabajo, es tentador ver nuestro lugar como una recompensa por el trabajo duro o por la inteligencia y aprovechar la autoridad para obtener una ganancia personal. Es cierto que debemos rendir cuentas a nuestros superiores, a las juntas directivas, administradores, electores o cualquier forma terrenal de gobierno para la cual servimos, pero no es suficiente. También debemos rendirle cuentas a Dios. Por ejemplo, los líderes políticos, tienen el deber de prestar atención a lo que dice la ciencia ambiental y económica cuando consideran la política energética, sea que concuerde o no con los vientos políticos actuales. De forma similar, los líderes de negocios están llamados a anticipar y prevenir el daño potencial a los niños —ya sea físico, mental, cultural o espiritual— que pueden causar sus productos y servicios. Esto no solo aplica para los juguetes, películas, televisión y alimentos, sino también a la venta minorista, el transporte, las telecomunicaciones y los servicios financieros, entre otros.

La ética de negocios (Salmos 15, 24, 34)

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El Salterio habla bastante acerca de la ética laboral. Salmos 15:1 y 5 dicen, “Señor, ¿quién habitará en Tu tabernáculo? ¿Quién morará en Tu santo monte? El que su dinero no da a interés, ni acepta soborno contra el inocente. El que hace estas cosas permanecerá firme”. Si acordamos que no necesariamente se prohíben los intereses en la Biblia para el contexto contemporáneo (ver ¿La Biblia prohíbe cobrar intereses?” en www.teologiadeltrabajo.org), la aplicación de este Salmo es que no debemos aprovecharnos de otros en el lugar de trabajo. Un ejemplo serían los préstamos que llevan a los deudores angustiados a una deuda mayor, igual que las tarjetas de crédito que intencionalmente atrapan titulares de tarjetas inadvertidos en cobros inesperados y aumentos de las tasas de interés. En un sentido más amplio, cualquier producto o servicio que atenta contra las personas vulnerables (o “inocentes”) y los deja en una situación peor, es una violación de la ética del Salterio. La buena ética de negocios —y sus equivalentes en otros campos de trabajo— requiere que los clientes se beneficien genuinamente de los bienes y servicios que se les ofrecen.

En este tema, Salmos 24:4-5 aporta la idea de que Dios acepta “El de manos limpias y corazón puro; el que no ha alzado su alma a la falsedad, ni jurado con engaño. Ese recibirá bendición del Señor, y justicia del Dios de su salvación”. La falsedad descrita aquí es el falso testimonio. Igual que en el mundo moderno, en el mundo antiguo era difícil estar involucrado en negocios sin algunas veces quedar atrapado en pleitos legales. Este pasaje nos mueve a testificar honestamente y no desvirtuar la justicia con el fraude. Cuando otros son inescrupulosos, nuestra honestidad puede costarnos ascensos perdidos, transacciones de negocios, elecciones, calificaciones y publicaciones. Sin embargo, a largo plazo, tales tropiezos son triviales en comparación con la bendición y vindicación de Dios (Sal 24:5).

La ética también sale a la luz en Salmos 34:12-13: “¿Quién es el hombre que desea vida y quiere muchos días para ver el bien? Guarda tu lengua del mal, y tus labios de hablar engaño”. Este pasaje se puede referir a cualquier clase de engaño, calumnia o fraude. La referencia a “muchos días para ver el bien” simplemente señala que si usted engaña a otras personas o las calumnia, lo más probable es que esté haciendo enemigos. En casos extremos, esto podría llevar a que le causen la muerte, pero incluso si no es así, la vida rodeada de enemigos no le ayudará a ver el bien. Si la vida es su principal deseo, los amigos de confianza son mucho más provechosos que las ganancias mal habidas. Es posible que una vida de integridad sea costosa en términos terrenales. En un país corrupto, es posible que una persona de negocios que no soborna a otros o un empleado público que no acepta sobornos no tengan la posibilidad de recibir un sueldo estable. El salmo reconoce que, “Muchas son las aflicciones del justo”, aunque agrega, “pero de todas ellas lo libra el Señor” (Sal 34:19). Trabajar con integridad puede que resulte en la prosperidad pero puede que no, y la integridad ante los ojos de Dios es su propia recompensa.

La confianza en Dios al enfrentar la presión institucional (Salmo 20)

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El Salmo 20 nos enseña a confiar en Dios en vez de confiar en el poder humano, tal como el poderío militar. “Algunos confían en carros, y otros en caballos; mas nosotros en el nombre del Señor nuestro Dios confiaremos” (Sal 20:7). No menos que los bienes militares, los bienes financieros pueden ser la base para una falsa fe en el poder humano. Es más, deberíamos recordar que en el mundo antiguo solo los soldados de clase alta tenían caballos y carrozas. Los soldados de clases bajas solían ser campesinos y se transportaban a pie. Es una realidad preocupante que incluso el poder y la riqueza moderada con frecuencia nos alejan de Dios.

La presencia de Dios en nuestras luchas en el trabajo (Salmo 23)

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“El Señor es mi pastor” (Sal 23:1). Si confiamos en Dios, tenemos la tranquilidad de saber que Él nos cuida, como un pastor que cuida sus ovejas. Este es un recordatorio para que veamos nuestro trabajo desde la perspectiva de Dios —no principalmente como un instrumento para nuestra gratificación, sino como nuestra parte en la misión de Dios en el mundo. “Me guía por senderos de justicia por amor de Su nombre” (Sal 23:3; énfasis agregado). Trabajamos para honrarlo y no para nuestra propia gloria —un recordatorio poderoso que necesitamos escuchar regularmente.

Por lo general, una perspectiva tan piadosa en nuestro trabajo nos impulsa más hacia el trabajo, no lejos de él. En el Salmo 23, vemos esto en la forma en que se conduce la narrativa por los detalles del trabajo del pastoreo. Los pastores encuentran agua, buenos pastos y caminos en las áreas salvajes. Ellos alejan a los predadores con varas y cayados, y consuelan a las ovejas con sus palabras y su presencia. El Salmo 23 es primero que todo una representación acertada del trabajo de un pastor, lo que nos proporciona el conocimiento básico necesario para que sea significativo como una meditación espiritual.

Que busquemos honrar a Dios en nuestro trabajo no significa que el camino será fácil. Algunas veces nos podemos encontrar a nosotros mismos en el “valle de sombra de muerte” (Sal 23:4). Esto podría ocurrir en la pérdida de un contrato, una tarea docente que no salió bien, o sentimientos de aislamiento y de que nuestro trabajo no tiene sentido. O podría verse reflejado en una lucha a largo plazo, tal como un ambiente laboral tóxico o no ser capaz de encontrar trabajo. Estas son situaciones que preferiríamos evitar, pero el Salmo 23 nos recuerda que Dios está cerca en todas las circunstancias. “No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo” (Sal 23:4a). Su trabajo a nuestro favor no es hipotético, sino que es tangible y real. Un pastor tiene una vara y un cayado, y Dios tiene todos los instrumentos necesarios para mantenernos a salvo al atravesar las peores situaciones de la vida (Sal 23:4b). Dios cuidará de nosotros incluso en un mundo que a veces es hostil, “en presencia de mis enemigos” (Sal 23:5). Es fácil recordar esto cuando todo está en calma, pero aquí estamos llamados a recordarlo en medio de la dificultad y la adversidad. Aunque con frecuencia preferimos no pensar en esto, es en las dificultades de la vida que Dios cumple Sus propósitos en nosotros.

El Salmo 23 concluye recordándonos el destino de nuestro viaje con Dios. “En la casa del Señor moraré por largos días” (Sal 23:6b). Como en el Salmo 127 y en todos los demás, la casa no es solo un refugio en donde las personas se alimentan y duermen, sino que también es la unidad básica del trabajo y la producción económica. Por tanto, habitar en la casa del Señor no significa esperar a que llegue la muerte para que podamos dejar de trabajar y recibir nuestra recompensa. En cambio, promete que llegará el tiempo en que encontraremos un lugar donde nuestro trabajo y nuestra vida pueden prosperar. La primera mitad del versículo nos dice directamente que esta es una promesa para nuestra vida presente así como para la eternidad. “El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” (Sal 23:6). La promesa de que Dios estará con nosotros trayendo bondad y amor en todas las circunstancias de nuestra vida y nuestro trabajo, es una forma más profunda de consuelo que la que podremos conseguir esperando evitar cualquier adversidad que pueda caer sobre nosotros.

La guía de Dios en nuestro trabajo (Salmo 25)

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La vida humana es una serie de elecciones y muchas de estas abordan la vocación. Debemos desarrollar el hábito de llevarle todas estas decisiones a Dios. El Salmo 25:12 enseña, “¿Quién es el hombre que teme al Señor? Él le instruirá en el camino que debe escoger”. ¿Cómo nos enseña Dios el camino que debemos escoger? El Salmo 25 indica varias maneras, comenzando con, “Muéstrame Tus caminos… Guíame en Tu verdad y enséñame” (Sal 25:4-5). Esto requiere leer la Biblia regularmente, la cual es la forma principal en la que podemos conocer los caminos de Dios y aprender Su verdad. Cuando conocemos Sus enseñanzas, debemos ponerlas en práctica sin necesidad de una guía especial de parte de Dios en la mayoría de los casos. “Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad para aquellos que guardan Su pacto y Sus testimonios” (Sal 25:10). Claramente, Su pacto y Sus testimonios se encuentran en la Biblia.

El Salmo 25:7 agrega, “No te acuerdes de los pecados de mi juventud ni de mis transgresiones”. Confesar nuestros pecados y pedir la misericordia de Dios es otra forma en la que recibimos Su guía. Ser honestos con Él —y con nosotros mismos— acerca de nuestros pecados, abre la puerta a la guía de Dios en nuestros corazones. El salmista ruega, “Perdona mi iniquidad”, y “perdona todos mis pecados” (Sal 25:11, 18). El perdón de Dios nos libera para dejar de intentar justificarnos a nosotros mismos. Si esto no ocurre, se constituye en una barrera poderosa para la guía de Dios. De forma similar, la humildad en nuestro trato con Dios y las personas nos lleva más allá de estar a la defensiva, lo cual bloquea la guía de Dios. El Salmo 25:9 nos dice que Dios “Dirige a los humildes en… Su camino”.

El salmo continúa diciendo, “De continuo están mis ojos hacia el Señor” (Sal 25:15). Recibimos la guía de Dios cuando buscamos evidencia acerca de las cosas que le interesan a Dios, tales como la justicia, la fidelidad, la reconciliación, la paz, la fe, la esperanza y el amor (el salmo no nombra estos en particular, sino que son ejemplos de otras partes de la Biblia). El Salmo 25:21 dice, “La integridad y la rectitud me preserven”. La integridad significa vivir toda la vida bajo un conjunto coherente de valores en vez de, por ejemplo, ser honesto y compasivo con nuestra familia pero engañoso y cruel con los clientes o compañeros de trabajo. Por tanto, pensar claramente acerca de cómo aplicar nuestros valores más altos en el trabajo resulta ser un medio de la guía de Dios, al menos al nivel en que nuestros valores más altos están formados por la Escritura y la fidelidad a Cristo.

Aunque tal vez los medios por los cuales Dios nos guía parezcan abstractos, pueden ser muy prácticos cuando los usamos en las situaciones laborales. La clave es ser concretos en nuestro estudio bíblico, en la confesión, la oración y el razonamiento moral. Cuando le traemos nuestras situaciones laborales específicas y actuales a Dios y a Su Palabra, podremos ver Su respuesta con la guía específica que necesitamos (para más información al respecto, ver “Discernir la guía de Dios para alguna clase de trabajo en particular” en Perspectiva de la vocación).