Planeación municipal de las ciudades de los levitas (Números 35:1-5)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

A diferencia del resto de las tribus, los levitas debían vivir en ciudades distribuidas en toda la tierra prometida, en donde ellos podían enseñarle la ley al pueblo y aplicarla en cortes locales. Números 32:2-5 cuenta con detalle la cantidad de tierras de pasto que cada pueblo debía tener. Midiendo desde los extremos del pueblo, el área de pastos se extendía mil codos hacia afuera (cerca de 450 metros) en cada dirección, este, sur, oeste y norte. Jacob Milgrom señala que esta disposición geográfica fue un ejercicio realístico de planificación urbana.[1] El diagrama muestra una ciudad con pastizales que se entienden más allá del diámetro del pueblo en cada dirección. Mientras crece el diámetro del pueblo y se ocupan los terrenos de pastos cercanos, se incorporan tierras adicionales de pastos para que estas sigan cubriendo 1000 codos más allá de los límites del pueblo en cada dirección (en el diagrama, las áreas sombreadas permanecen del mismo tamaño mientras se extienden hacia afuera, pero las áreas que no están sombreadas se amplían mientras el centro de la ciudad se amplía).

Mediréis también afuera de la ciudad, al lado oriental dos mil codos, al lado sur dos mil codos, al lado occidental dos mil codos, y al lado norte dos mil codos, con la ciudad en el centro (Nm 35:5).

Matemáticamente, mientras la ciudad crece, también crece el área de sus tierras de pastos, pero a un ritmo más lento que el centro de la ciudad, la zona donde habitaba el pueblo. Esto significa que la población crece más rápidamente que el área donde realizan sus actividades agrícolas. Para que esto siga ocurriendo, se debe incrementar la productividad agrícola por metro cuadrado. Cada pastor debía suministrarle alimentos a más personas, lo que hacía que más trabajadores se pudieran encargar de otras labores, como las industriales y de servicios. Esto es exactamente lo que se requiere para el desarrollo económico y cultural. Una aclaración es que la planificación municipal no hace que la productividad se incremente, sino que crea una estructura socio-económica que se adapta para aumentar la productividad. Es un ejemplo extremadamente sofisticado de la política civil que crea condiciones para el crecimiento económico sostenible.

El pasaje en Números 35:5 muestra una vez más que Dios le da gran importancia al trabajo humano que provee el sustento a las personas y crea bienestar económico. El hecho de que Dios se tome la molestia de instruir a Moisés en la planeación municipal con base en el crecimiento semi-geométrico de las tierras de pastos, ¿no indica que el pueblo de Dios hoy día debería dedicarse de forma decidida a todo tipo de profesiones, oficios, artes, estudios y otras disciplinas que sostienen y prosperan las comunidades y naciones? Tal vez las iglesias y los cristianos podrían esforzarse más por animar y elogiar la excelencia de sus miembros en todos los campos de acción. Tal vez los cristianos podríamos esforzarnos más por ser excelentes en nuestro trabajo como una forma de servicio para nuestro Señor. ¿Hay alguna razón para creer que la excelencia en la planeación municipal, la economía, el cuidado de niños o el servicio al cliente le da menos gloria a Dios que la alabanza sincera, la oración o el estudio bíblico?

Jacob Milgrom, “Excursus 74: The Levitical Town: An Exercise in Realistic Planning” [Tratado suplementario 74: el pueblo levita: un ejercicio de planeación realista], JPS Torah Commentary: Numbers [Comentario de la Torá de la Sociedad Judía de Publicaciones: Números] (The Jewish Publication Society, 1990), 502-4.