Dios permite que Satanás destruya la salud de Job (Job 2:1-11)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Job es capaz de soportar una pérdida abrumadora sin hacer concesiones en cuanto a su “integridad” o su condición intachable[1] (Job 2:3). Sin embargo, Satanás no se  rinde. Tal vez Job simplemente no ha enfrentado suficiente sufrimiento y dolor. Ahora, Satanás lo acusa de servir a Dios solo porque conserva su salud (Job 2:4). Así que Dios permite que el acusador aflija a Job con llagas malignas “desde la planta del pie hasta la coronilla” (Job 2:7). Esta situación realmente mortifica a la esposa de Job, quien le dice, “¿Aún conservas tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (Job 2:9). Ella acepta que Job es irreprensible delante de Dios, pero a diferencia de él, no ve el propósito de ser irreprensible si eso no trae la bendición divina. Job le responde con uno de los versículos clásicos de la Escritura, “¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (Job 2:10).

Una vez más, encontramos a Job atribuyéndole a Dios todas las circunstancias de la vida. Mientras tanto, Job no conoce la actividad celestial que está detrás de su situación. Él no puede ver las dinámicas internas del cielo y es solo la integridad de su fe lo que evita que maldiga a Dios. ¿Qué hay de nosotros? ¿Reconocemos que, como Job, no entendemos los misterios del cielo que determinan nuestra prosperidad y adversidad? ¿Nos preparamos para la adversidad practicando la fidelidad y dando gracias durante los buenos tiempos? El hábito firme de Job de la oración y el sacrificio puede haber parecido algo singular o incluso obsesivo cuando lo encontramos en Job 1:5, pero ahora podemos ver que una vida entera de prácticas fieles forjaron su capacidad de permanecer fiel en las circunstancias extremas. La fe en Dios puede venir en un instante, pero la integridad se forma a lo largo de toda la vida.

La adversidad de Job surge en su lugar de trabajo con la pérdida de su fuente de ingresos. Luego se extiende a su familia y eventualmente ataca su salud. Nosotros conocemos este patrón. Fácilmente nos podemos identificar tanto con nuestra labor que las contrariedades en el lugar de trabajo se extienden a nuestra familia y nuestra vida personal. Los fracasos en el trabajo amenazan nuestra identidad  e incluso nuestra integridad. Esto, además de los estragos prácticos de perder el ingreso y la seguridad, puede perturbar severamente las relaciones familiares. Aunque la muerte en el trabajo es poco común en la mayoría de las ocupaciones, el estrés relacionado con el trabajo puede llevar al deterioro a largo plazo de la salud física y mental y a problemas familiares. Puede causar que seamos incapaces de encontrar paz, descanso o incluso de tener una buena noche de sueño (Job 3:26). En medio de tal tensión, Job mantiene su integridad. Tal vez sea tentador encontrar una enseñanza como por ejemplo, “no se involucre tanto en su trabajo como para permitir que los problemas laborales afecten a su familia o su salud”. Sin embargo, esta lección no le hace justicia a la profundidad de la historia de Job, cuyos problemas sí afectaron a su familia y su salud, además de su trabajo. La sabiduría en este libro no se refiere a cómo minimizar la adversidad manteniendo límites sensatos, sino a la forma en la que podemos mantenernos fieles en las peores circunstancias de la vida.

La palabra hebrea tam, traducida como “integridad” tiene la misma raíz que tummah, traducida en el mismo versículo como “intachable”.