Las quejas de Job tienen un significado especial para nuestro trabajo (Job 24)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Igual que Job, a menudo nuestros sufrimientos comienzan con dificultades en el trabajo, pero rara vez el pueblo de Dios está equipado —o incluso dispuesto— para ayudarse unos a otros a afrontar los fracasos y las pérdidas laborales. Podemos acudir a un pastor o un amigo cristiano para que nos ayude al atravesar un problema familiar o de salud, y puede que sean de gran ayuda. Pero, ¿pediríamos ayuda para los problemas de trabajo? Si lo hiciéramos, ¿cuánta ayuda recibiríamos?

Por ejemplo, imagine que su jefe lo trata injustamente, tal vez lo culpa por su error o lo humilla durante un desacuerdo válido. No sería apropiado que les revelara sus sentimientos a los clientes, proveedores, estudiantes, pacientes u otras personas a las que sirve en el trabajo. Sería perjudicial quejarse con sus compañeros de trabajo, incluso con los que son sus amigos. Sería una bendición excepcional que la comunidad cristiana estuviera equipada para ayudarlo a enfrentar la situación, pero no todas las iglesias saben cómo apoyar a las personas en el manejo de sus dificultades relacionadas con el trabajo. ¿Es esta un área en la que las iglesias deben mejorar?

Hemos visto que Job no tiene miedo de llevarle sus quejas —incluyendo las que se relacionan con el trabajo— a Dios. La serie de quejas en Job 24:1-12 y 22-25 concierne particularmente al trabajo. Job se queja de que Dios permite que los impíos no sufran las consecuencias de su injusticia en la actividad laboral y económica. Las personas se apropian de recursos públicos para su beneficio propio y roban las propiedades privadas de otros (Job 24:2). Ellos explotan al débil y al indefenso con el fin de acumular grandes ganancias para ellos mismos (Job 24:3). Los arrogantes se salen con la suya en el trabajo, mientras que los honestos y los humildes se esconden (Job 24:4). Los más pobres no tienen oportunidad de ganarse la vida y deben revolver la basura e incluso robar al rico para alimentar a sus familias (Job 24:5-8). Otros trabajan duro, pero no ganan lo suficiente para disfrutar los frutos de su trabajo. “Al hambriento quitan las gavillas. Entre sus paredes producen aceite; pisan los lagares, pero pasan sed” (Job 24:10-11).

Job sabe que todas las bendiciones vienen de Dios y que toda la adversidad es permitida —si no causada— por Dios. Por lo tanto, se puede sentir una aguda punzada en la queja de Job, “Desde la ciudad gimen los hombres, y claman las almas de los heridos, pero Dios no hace caso a su oración” (Job 24:12; énfasis agregado). Los amigos de Job lo acusan de abandonar a Dios, pero la evidencia demuestra que el justo es abandonado por Dios. Mientras tanto, parece que los malvados llevan una vida cautivante. “Él arrastra a los poderosos con Su poder; cuando se levanta, nadie está seguro de la vida. Les provee seguridad y son sostenidos, y los ojos de Él están en sus caminos” (Job 24:22-23). Job cree que los malvados serán eliminados al final. “Son exaltados por poco tiempo, después desaparecen; además son humillados y como todo, recogidos; como las cabezas de las espigas son cortados” (Job 24:24). Pero entonces, ¿por qué Dios permite que los malvados prosperen?

En el libro de Job no encontramos la respuesta a esta pregunta y ningún ser humano la conoce. La dificultad económica es un dolor real que muchos cristianos enfrentan por años o incluso toda la vida. Tal vez debemos renunciar a nuestra actividad académica cuando jóvenes por causa de las dificultades financieras, lo que podría evitar que alcancemos todo nuestro potencial en el trabajo. Quizá seamos explotados por otros o nos convirtamos en víctimas expiatorias, lo que nos puede llevar a la ruina en nuestra carrera. Podemos nacer, luchar por sobrevivir y morir bajo la aprobación de un gobierno corrupto que mantiene a sus ciudadanos en la pobreza y la opresión.

Estos son apenas algunos ejemplos relacionados con el trabajo. En un millón de formas podemos sufrir daños serios, dolorosos e injustos sin poder entenderlo —y mucho menos remediarlo— en esta vida. Por la gracia de Dios, esperamos nunca llegar a estar tranquilos ante la injusticia y el sufrimiento. Sin embargo, hay momentos en los que no podemos mejorar las cosas, al menos no inmediatamente. En tales situaciones, tenemos solo tres opciones: inventar una explicación convincente pero falsa acerca de porqué Dios permitió que pasara, como hacen los amigos de Job; abandonar a Dios; o permanecer fieles a Dios sin recibir una respuesta.