Leyes derivadas de casos en el Libro del Pacto (Éxodo 21:1-23:33)

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

A continuación encontramos a una serie de leyes derivadas de casos que surgen de los diez mandamientos. En vez de desarrollar principios detallados, estas proporcionan ejemplos de cómo aplicar la ley de Dios en los casos que surgen comúnmente en la conducta diaria. Ya que son casos, todos hacen parte de las situaciones que enfrentaba el pueblo de Israel. En efecto, a lo largo del Pentateuco (La Torá), puede ser difícil sacar las leyes específicas a partir de la narrativa y exhortación circundantes. Hay cuatro secciones de la ley derivada de casos que son particularmente aplicables al trabajo en la actualidad.

Esclavitud o servidumbre (Éxodo 21:1-11)

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Aunque Dios liberó a los hebreos de la esclavitud en Egipto, la esclavitud no se prohíbe generalmente en la Biblia. La esclavitud era permitida en ciertas situaciones siempre que los esclavos fueran vistos como miembros de la comunidad (Gn 17:12), tuvieran los mismos periodos de descanso y vacaciones que los que no eran esclavos (Éx 23:12; Dt 5:14-15; 12:12) y recibieran un trato humano (Éx 21:7, 26-27). Lo que es más importante, la esclavitud no estaba diseñada como una condición permanente, sino que era un refugio voluntario y temporal para las personas que de otra manera sufrirían una gran pobreza. “Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar nada” (Éx 21:2). La crueldad por parte del dueño causaba que el esclavo fuera liberado inmediatamente (Éx 21:26-27). Esto hizo de la esclavitud hebrea más una clase de contrato laboral a largo plazo entre individuos, en contraste con la explotación permanente racial, étnica y de clases que ha caracterizado la esclavitud en los tiempos modernos.

La esclavitud hebrea de mujeres era en cierto sentido incluso más protectora. El propósito principal de la compra de una esclava era que ella se convirtiera en la esposa del comprador o del hijo del comprador (Éx 21:8-9). Como esposa, ella se convertía en par del esclavista socialmente, y la compra se realizaba como cuando se daba una dote. De hecho, la reglamentación la llama “esposa” (Éx 21:10 NVI). Además, si el comprador no trataba a la esclava con todos los derechos que le correspondían a una esposa común, él debía dejarla libre. “Ella saldrá libre sin pagar dinero” (Éx 21:11). Sin embargo, en otro sentido, las mujeres tenían mucha menos protección que los hombres. Potencialmente, incluso las mujeres solteras enfrentaban la posibilidad de ser vendidas como esposas en contra de su voluntad. Aunque esto las convertía en “esposas” en vez de “esclavas”, ¿el matrimonio forzado es menos inaceptable que el trabajo forzado?

Además, un vacío evidente es que se podía comprar una niña o mujer como esposa de un esclavo, no del dueño de los esclavos o su hijo, y esto resultaba en esclavitud permanente (Éx 21:4), incluso si se vencían los términos de esclavitud del esposo. La mujer se convertía en esclava permanente del esclavista que no se casó con ella y él no le debía ninguna de las protecciones pertinentes de una esposa.

El amparo contra la esclavitud permanente tampoco aplicaba para los extranjeros (Lv 25:44-46). Los hombres que capturaban en la guerra eran considerados como el botín y se convertían en propiedad permanente de sus dueños. Las mujeres y niñas capturadas eran aparentemente la gran mayoría de los prisioneros (Nm 31:9-11, 32-35; Dt 20:11-14) y enfrentaban la misma situación de las esclavas de origen hebreo (Dt 21:10-14), incluyendo la esclavitud permanente. También se podían comprar esclavos en las naciones circundantes (Ec 2:7) y nada los protegía de la esclavitud permanente. Los demás amparos de los esclavos hebreos aplicaban para los extranjeros, pero este debe haber sido un pequeño consuelo para aquellos que enfrentaban toda una vida de trabajos forzados.

En contraste con la esclavitud en los Estados Unidos, la cual generalmente prohibía el matrimonio entre esclavos, las normas en Éxodo apuntaban a preservar intactas las familias. “Si entró solo, saldrá solo; si tenía mujer, entonces su mujer saldrá con él” (Éx 21:3). Aun así, como hemos visto, el resultado real de las regulaciones era el matrimonio forzado.

Independientemente de cualquier protección que otorgara la Ley, la esclavitud de ningún modo era una forma de vida conveniente. Los esclavos eran propiedades, sin importar el periodo de su esclavitud. A pesar de las normas, es probable que en la práctica la protección contra el maltrato fuera escasa y que hubiera abusos. Como en gran parte de la Biblia, la palabra de Dios en Éxodo no anulaba el orden económico y social existente, sino que instruía al pueblo de Dios para que vivieran con justicia y compasión en sus circunstancias. A nuestro parecer, las consecuencias de esta situación son estremecedoras, y es correcto percibirlas de esa manera.

En todo caso, para no ser arrogantes, debemos echar un vistazo a las condiciones laborales que prevalecen entre la población de escasos recursos en todos los lugares del mundo, incluyendo las naciones desarrolladas. Las personas que tienen dos o tres empleos para sustentar a sus familias trabajan incesantemente, los que están al mando abusan y ejercen arbitrariamente el poder y los administradores de negocios ilícitos, funcionarios corruptos y jefes involucrados en la política malversan los frutos del trabajo. Millones de personas trabajan hoy con menos regulaciones de las que había en la Ley de Moisés. Si la voluntad de Dios era proteger a Israel de la explotación incluso en la esclavitud, ¿qué espera Dios que hagamos los seguidores de Cristo por aquellos que sufren la misma opresión o incluso peor en la actualidad?.

Restitución comercial (Éxodo 21:18-22:15)

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Las leyes casuísticas explicaban con detalle los castigos por las infracciones, incluyendo muchas relacionadas con el comercio, especialmente en el caso de la responsabilidad por pérdida o daños. La denominada ley del talión (lex talionis en latín), que también aparece en Levítico 24:17-21 y en Deuteronomio 19:16-21, es fundamental en el concepto de la retribución.[1] Literalmente, la ley dice que se debe pagar vida por vida, así como ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida y golpe por golpe (Éx 21:23-25). La lista es particularmente específica. Cuando los jueces de Israel hacían su trabajo, ¿debemos creer realmente que aplicaban los castigos de esta manera? Si la parte acusadora sufrió una quemadura debido a la negligencia de alguien más, ¿estaría satisfecha en realidad al ver que literalmente el culpable se quemara de la misma forma? Es interesante que en esta parte de Éxodo no vemos que se aplique la ley del talión de esta manera. En vez de eso, un hombre que hería gravemente a otro en una pelea debía pagar por el tiempo perdido de la víctima y cubrir sus gastos médicos (Éx 21:18-19). El texto no dice que el culpable debe quedarse quieto y recibir una golpiza pública similar por parte de su víctima. Parece que la ley del talión no determinaba un castigo estándar para ofensas mayores, sino que proporcionaba un límite máximo para la reclamación que se podía hacer por los daños. Gordon Wenham señala, “en la época del Antiguo Testamento no habían servicios policiales o fiscalía pública, así que la parte perjudicada y su familia debían llevar a cabo el enjuiciamiento y el castigo. Por lo tanto, es muy posible que la parte perjudicada no exigiera su derecho pleno bajo la ley del talión, sino que negociara una indemnización menor o que incluso perdonara totalmente al ofensor.”[2] Algunas personas en la actualidad podrían considerar esta ley como salvaje, pero Alec Motyer indica que, “cuando la ley inglesa ahorcaba a una persona por robar una oveja, no era porque estuvieran practicando el principio de ‘ojo por ojo’, sino porque lo habían olvidado.”[3]

La cuestión de interpretar la ley del talión ilustra que puede haber una diferencia entre hacer lo que dice la Biblia literalmente y aplicar lo que la Biblia enseña. No siempre será sencillo encontrar una solución bíblica para nuestros problemas. Los cristianos debemos ser maduros y tener discernimiento, especialmente a la luz de la enseñanza de Jesús de pasar por alto la ley del talión al no resistir al que es malo (Mt 5:38-42). ¿Jesús estaba hablando de una ética personal o esperaba que Sus seguidores aplicaran esto en los negocios? ¿Este principio funciona mejor para las faltas pequeñas o para las más grandes? También tenemos el deber de proteger y defender a los que sufren por causa de los que hacen el mal (Pr 31:9).

Las instrucciones específicas acerca de la restitución y las sanciones por causa de robos lograban dos propósitos. Primero, hacían responsable al ladrón de restituir al dueño original o de compensarlo completamente por su pérdida. Segundo, castigaban y educaban al ladrón haciendo que experimentara todo el sufrimiento que le había causado a la víctima. Estos propósitos pueden constituir una base cristiana para la ley criminal y civil en la actualidad. El trabajo judicial actual funciona de acuerdo con los estatutos y pautas específicas establecidas por el estado, pero a pesar de esto, los jueces tienen cierta libertad para determinar sentencias y sanciones. En las disputas que se arreglan por fuera de la corte, los abogados negocian con el fin de ayudar a sus clientes a llegar a un acuerdo definitivo. En épocas recientes surgió una postura llamada “justicia restitutiva”, que hace énfasis en la sanción que restituye la condición original de la víctima y, en la medida de lo posible, vuelve a convertir al infractor en un miembro productivo de la sociedad. La descripción y evaluación completa de tales iniciativas va más allá de nuestro alcance en este estudio, pero queremos indicar que la Escritura tiene mucho que ofrecerle a los sistemas contemporáneos de justicia sobre este asunto.

Algunas veces en las empresas, los líderes deben hacer de mediadores entre empleados en problemas graves relacionados con el trabajo. Decidir lo correcto y lo justo no solamente afecta a los que están involucrados en la disputa, sino también a todo el ambiente de la organización, e incluso establece un precedente para los trabajadores sobre lo que pueden esperar en el futuro. Es mucho lo que está en juego. Además, cuando los cristianos debemos tomar esta clase de decisiones, los que nos observan sacan conclusiones de nosotros como personas, así como de la legitimidad de la fe que rige nuestra vida. Claramente, no podemos anticipar todas las situaciones (y Éxodo tampoco lo hace) pero sabemos que Dios espera que apliquemos Sus instrucciones. Podemos estar seguros de que la mejor forma de comenzar es preguntándole a Dios cómo amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Walter Brueggemann, “The Book of Exodus,” in vol. 1, The New Interpreter’s Bible: Genesis to Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994), 433. El principio también se presenta en el Código de Hammurabi (aproximadamente entre los años 1850 y 1750 a. C.), aunque este código no le da tanta prioridad a la vida humana como la Torá.

Gordon J. Wenham, Exploring the Old Testament, A Guide to the Pentateuch, vol. 1 (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2008), 73.

J. A. Motyer, The Message of Exodus: The Days of Our Pilgrimage [El mensaje de Éxodo: los días de nuestro peregrinaje] (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2005), 240.

Oportunidades productivas para las personas pobres (Éxodo 22:21-27 y 23:10-11)

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La intención de Dios de proveer oportunidades para los pobres se puede ver en las regulaciones que benefician a los extranjeros, las viudas y los huérfanos (Éx 22:21-22). Lo que tenían en común estos tres grupos era que no poseían tierras con las que sustentarse. Con frecuencia, esto los llevaba a la pobreza, así que cuando el Antiguo Testamento menciona a “los pobres”, principalmente se refiere a los extranjeros, las viudas y los huérfanos. En Deuteronomio, el interés de Dios por estos tres grupos vulnerables se demostró al ordenarle a Israel que les proveyera con justicia (Dt 10:18; 27:19) y les diera acceso al alimento (Dt 24:19-22). Algunas leyes derivadas de casos respecto a este tema se desarrollan en Isaías 1:17, 23; 10:1-2; Jeremías 5:28, 7:5-7; 22:3; Ezequiel 22:6-7; Zacarías 7:8-10; y Malaquías 3:5.

Una de estas regulaciones importantes es la práctica de permitirle a los pobres “espigar” o recoger el grano que quedaba en los campos cultivados y recolectar todo lo que creciera en tierras sin cultivar. La práctica de espigar no era igual que dar una limosna, sino que era una oportunidad para los pobres de sustentarse a sí mismos. A los propietarios de las tierras se les exigía no cultivar en sus campos, viñedos y huertos durante un año de cada siete, y a los pobres se les permitía cosechar todo lo que creciera allí (Éx 23:10-11). Incluso en los terrenos cultivados, los dueños debían dejar algo del grano para que lo recogieran los pobres, en vez de segar hasta los últimos rincones del campo (Lv 19:9-10). Por ejemplo, en un olivar o un viñedo se debía recolectar solamente una vez cada temporada (Dt 24:20). Después de esto, los pobres estaban autorizados para recoger lo que quedaba, tal vez lo que era de menor calidad o lo que tardaba en madurar. Esta no solo era una expresión de bondad, sino que también era una cuestión de justicia. El libro de Rut gira en torno a la práctica de espigar de una forma encantadora (ver "Rut 2:17-23" en Rut y el Trabajo).

Hoy día, los agricultores, productores y distribuidores de alimentos comparten con los pobres de diversas maneras. Muchos de ellos donan el alimento en buen estado que les sobra del día a bancos de alimentos y refugios. Otros hacen que los alimentos sean más asequibles incrementando su propia productividad. Sin embargo, la agricultura ya no es el medio principal por el cual la mayoría de personas ganan su sustento (al menos en los países desarrollados), y se requieren oportunidades para los pobres en otros sectores de la sociedad. No hay nada que espigar en el suelo de la bolsa de valores, de una planta de ensamblaje o un laboratorio de programación, pero el principio de ofrecer empleos productivos para trabajadores vulnerables sigue siendo relevante. Las corporaciones pueden ofrecer empleos productivos para las personas con discapacidades mentales o físicas, con o sin la ayuda del gobierno. Con capacitación y ayuda, las personas provenientes de entornos sociales desfavorecidos, los reclusos que regresan a la sociedad y otros individuos que tienen dificultad encontrando un empleo convencional, pueden llegar a ser trabajadores productivos y ganarse la vida.

Además, puede que algunas personas vulnerables económicamente se vean obligadas a depender de donaciones de dinero en vez de recibir oportunidades de trabajo. De nuevo, la situación moderna es demasiado compleja como para dar una aplicación simplista de la ley bíblica, pero los valores subyacentes de la ley pueden contribuir de manera significativa al diseño y ejecución de los sistemas de bienestar social, obras personales de caridad y responsabilidad social corporativa. Muchos cristianos tienen roles importantes relacionados con la contratación o el diseño de políticas de empleados. Éxodo nos recuerda que darles empleo a los trabajadores vulnerables es una parte esencial de lo que implica vivir conforme al pacto de Dios. Los cristianos hemos experimentado la redención de Dios, así como el antiguo pueblo de Israel, aunque no necesariamente en condiciones idénticas. Nuestra simple gratitud por la gracia de Dios es ciertamente una motivación poderosa para encontrar formas creativas de servir a quienes lo necesitan a nuestro alrededor.

Préstamos y garantías (Éxodo 22:25-27)

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Otro conjunto de leyes derivadas de casos regían el dinero y las garantías (Éx 22:25-27). Aquí encontramos dos situaciones. La primera se relaciona con un miembro del pueblo de Dios que estaba en necesidad y requería un préstamo financiero. Este préstamo no se debía dar de acuerdo con los estándares comunes de los préstamos de dinero, sino que debía darse sin “interés”. La palabra hebrea neshekh (que en algunos contextos significa “morder”) ha recibido bastante atención académica. ¿El término neshek se refería a un interés excesivo y por lo tanto injusto, aparte de la tasa razonable de interés que se requería para que la práctica de prestar dinero siguiera siendo viable financieramente? ¿O se refería a cualquier interés? El texto no proporciona detalles suficientes para resolver esta pregunta de manera concluyente, pero lo más probable es que se refiriera a no cobrar intereses, ya que en el Antiguo Testamento neshek siempre se refiere a prestarle dinero a personas en circunstancias de miseria y vulnerabilidad, para quienes pagar cualquier interés sería una carga excesiva.[1] Dejar a los pobres en un ciclo permanente de endeudamiento financiero hará que el Dios compasivo de Israel intervenga. Aquí no se señala si esta ley era buena para los negocios. Walter Brueggemann indica que, “la ley no discute sobre la viabilidad económica de tal práctica; simplemente exige el cuidado de formas concretas y espera que la comunidad se encargue de los detalles prácticos”.[2] La segunda situación contempla a un hombre que entrega su propio abrigo como garantía para un préstamo. Esta prenda se le debía regresar en la noche para que pueda dormir sin poner en peligro su salud (Éx 22:26-27). ¿Esto significa que el prestamista debía visitarlo en la mañana para recoger el abrigo durante el día y seguir haciendo esto hasta que pagara el préstamo? En el contexto de tan evidente pobreza, un prestamista piadoso podría evitar lo absurdo de este ciclo permitiendo que el deudor no entregara ninguna garantía. Estas regulaciones pueden ser menos aplicables en el sistema bancario actual en general que en los sistemas actuales de protección y ayuda para los pobres. Por ejemplo, en los países menos desarrollados, la microfinanza se desarrolló con tasas de interés y políticas de garantías creadas para satisfacer las necesidades de personas pobres que de otra manera no tendrían acceso a los créditos. La meta —al menos en los primeros años de la década de 1970— no era maximizar las ganancias de los prestamistas, sino tener instituciones de préstamos sostenibles para ayudar a las personas a salir de la pobreza. Aun así, la microfinanza lucha con balancear la necesidad de los prestamistas de tener un rendimiento sostenible y tasas de incumplimiento, con la necesidad de los deudores de tasas de interés razonables y términos de garantías no restrictivas.[3]

La presencia de regulaciones específicas luego de los diez mandamientos implica que Dios quiere que Su pueblo lo honre poniendo en práctica sus instrucciones para atender necesidades reales. Una preocupación emocional que no lleve a acciones intencionales no les da a los pobres la clase de ayuda que necesitan. Como lo dice el apóstol Santiago, “así también la fe sin las obras está muerta” (Stg 2:26). Estudiar las aplicaciones específicas de estas leyes en el antiguo pueblo de Israel nos ayuda a reflexionar acerca de las formas particulares en las que podemos actuar hoy en día; pero recordamos que incluso en ese entonces, estas leyes eran ilustraciones. Por tanto, Terence Fretheim concluye que, “la aplicación de la ley está abierta. El texto invita al que lo escucha o lo lee a aplicar su contenido en todas las esferas posibles de la vida en donde pueda haber injusticia. En otras palabras, la ley nos invita a ir más allá de la ley”.[4]

Al leer con cuidado encontramos tres razones por las que el pueblo de Dios debe mantener estas leyes y aplicarlas en situaciones actuales.[5] Primero, los israelitas fueron oprimidos cuando eran extranjeros en Egipto (Éx 22:21; 23:9). Repasar esta historia no solo permite que tengamos a la vista la redención de Dios, sino que recordarla se convierte en una motivación para tratar a otros como nos gustaría que nos trataran a nosotros (Mt 7:12). Segundo, Dios escucha el clamor de los oprimidos y toma medidas al respecto, especialmente cuando nosotros no lo hacemos (Éx 22:22-24). Tercero, debemos ser Su pueblo santo (Éx 22:31; Lv 19:2).

Robin Wakely, “#5967 NSHK”, en New International Dictionary of Old Testament Theology and Exegesis [Nuevo diccionario internacional de teología y exégesis del Antiguo Testamento], ed. Willem A. VanGemeren (Grand Rapids: Zondervan, 1997), 3:185-89.

Walter Brueggemann, “The Book of Exodus,” in vol. 1, The New Interpreter’s Bible: Genesis to Leviticus (Nashville: Abingdon Press, 1994), 868.

Rob Moll, “Christian Microfinance Stays on a Mission” [La microfinanza cristiana mantiene su misión], Christianity Today [Cristiandad hoy], http://www.christianitytoday.com/ct/2011/may/stayingonmission.html.

Terence E. Fretheim, Exodus: Interpretation: A Bible Commentary for Teaching and Preaching [Éxodo: Interpretación: Un comentario bíblico para enseñar y predicar] (Louisville: Westminster John Knox Press, 1991), 248.

J. A. Motyer, The Message of Exodus: The Days of Our Pilgrimage (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2005), 241.