Introducción a Éxodo

Comentario Bíblico / Producido por el Proyecto de la Teología del trabajo

Tanto al inicio como al final del libro de Éxodo, vemos al pueblo de Israel trabajando. Al comienzo, los israelitas trabajan para los egipcios, y cuando finaliza, ellos terminan el trabajo de construir el tabernáculo de acuerdo con las instrucciones del Señor (Éx 40:33). Dios no liberó a Israel del trabajo, Él liberó a Israel para el trabajo. Dios los liberó del trabajo opresivo impuesto por el rey impío de Egipto, para llevarlos a una nueva clase de trabajo bajo Su reinado santo de gracia. Aunque el título en la Biblia cristiana sea “Éxodo” (que significa “salida”)[1]  la progresividad del libro podría llevarnos a concluir legítimamente que se trata de la entrada, ya que relata la entrada de Israel al pacto Mosaico, el cual enmarcará su existencia no solo al deambular por el desierto alrededor de la península del Sinaí, sino también al establecerse en la tierra prometida. El libro expresa cómo Israel debe ver a su Dios y cómo debe trabajar y adorar en su nueva tierra. En todo, Israel debe ser consciente de la forma en que su vida sería distinta y mejor bajo los preceptos de Dios que bajo la de aquellos que siguieron los dioses de Canaán. Incluso actualmente, lo que hacemos en el trabajo fluye a partir del por qué lo hacemos y para quién estamos trabajando a fin de cuentas. Por lo general es fácil encontrar ejemplos de trabajo opresivo y duro en la sociedad. No cabe duda de que Dios quiere que encontremos mejores formas de llevar nuestros negocios y de tratarnos los unos a los otros, pero alcanzar esa nueva forma de actuar depende de que nos veamos a nosotros mismos como receptores de la salvación de Dios, sabiendo cuál es el trabajo de Dios y preparándonos para seguir Sus palabras.

El libro de Éxodo comienza cerca de cuatrocientos años después del punto donde termina Génesis. En Génesis, Egipto había sido un lugar hospitalario en donde Dios providencialmente levantó a José para que él pudiera salvar las vidas de los descendientes de Abraham (Gn 50:20). Esto concuerda bien con las promesas de Dios de hacer que Abraham fuera una gran nación, bendecirlo y hacer de él una bendición para otros, engrandecer su nombre y bendecir a todas las familias de la tierra por medio de él (Gn 12:2–3). Sin embargo, en el libro de Éxodo, Egipto era un lugar opresivo en donde el crecimiento de Israel suscitó el espectro de la muerte. Los egipcios no veían a Israel como una bendición divina, pero no querían dejar que su fuerza de trabajo de esclavos se fuera. Al final, la liberación de Israel en el Mar Rojo le costó a Faraón y a su pueblo muchas vidas. En el libro de Éxodo, el pueblo de Dios está claramente en transición respecto a las promesas de Dios para la familia escogida de Abraham y las intenciones de Dios de bendecir a las naciones. La magnitud de la cantidad de personas del pueblo indicaba el favor de Dios, pero la siguiente generación de niños varones enfrentó la extinción inmediata (Éx 1:15–16). Como tal, la nación todavía no estaba en la tierra que Dios les había prometido.

Todo el Pentateuco hace eco al tema del cumplimiento parcial. Las promesas de Dios a Abraham de muchos descendientes, una relación privilegiada con Dios y una tierra para habitar expresan las intenciones de Dios, aunque todas ellas están en un estado de peligro en la narrativa.[2] Entre los cinco libros del Pentateuco, Éxodo en particular retoma el aspecto de la relación con Dios, tanto en términos de la liberación del pueblo de Dios de Egipto como en el establecimiento de Su pacto con ellos en el Sinaí.[3] Esto es especialmente significativo para la forma en la que leemos el libro buscando ideas acerca de nuestro trabajo en la actualidad. Valoramos la forma y el contenido de este libro mientras recordamos que nuestra relación con Dios por medio de Jesucristo fluye de lo que vemos aquí y orienta toda nuestra vida y trabajo alrededor de las intenciones de Dios.

Para capturar el carácter de Israel como una nación en transición, hacemos una descripción del libro y evaluamos su contribución a la teología del trabajo de acuerdo con las etapas geográficas de este viaje que comienza en Egipto, continúa en el Mar Rojo y el camino al Sinaí, y finaliza en el Sinaí.

En hebreo, el título es simplemente shemot, la palabra para “nombres de”, que es lo que aparece en la primera frase.

David J. A. Clines, Theme of the Pentateuch, 2nd ed. (London: T&T Clark, 1997), 29.

David J. A. Clines, Theme of the Pentateuch, 2nd ed. (London: T&T Clark, 1997), 47.